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10. Serpientes y mas nada





Faltan 3 días para la fiesta en el Hesperia y yo no tengo ninguna ganas de faltar. Las cosas con Santiago están mejor que nunca desde que solo me dedico a ir del gimnasio a la casa y ocasionalmente salgo con él a cenar. Comienzo a preguntarme seriamente por qué carajos espera todas esas cosas de mi… Es decir, nos conocimos en un fucking antro ¿De verdad espera que lleve esa vida aburrida?

Decidí nunca volver a tocar el tema de la fiesta en el Hesperia con él, y cuando llegara el momento inventaría alguna historia para ir. Lo planee todo muy bien, dos días antes había llevado el traje que usaría y lo guarde en el casillero del gimnasio, de manera que cuando llegara el momento de salir de la casa, lo haría con la confianza de salir vestido de la peor manera posible.

—Mi vida mas tarde voy a casa de mi jefe a tomarme unas cervezas casuales.
—¿Puedo ir? —Pregunto Santiago.
—Nah, yo creo que es mejor que no. Es con sus amigos, y ni idea de para que me invito, pero prefiero llegar solo que con un tipo, if you know what I mean.
—Yo lo decía como para acompañarte y que luego tu me acompañaras donde mis amigos de la otra vez ¿Recuerdas?

Como olvidarlo. Al fin que ambos salimos juntos de la casa, pero tomamos rumbos separados. Yo fui a alistarme al gimnasio (gracias a Dios desde unos meses para acá tenia las llaves y salí directo al hotel.

En la entrada me encontré con Gerardo quien me esperaba según la acordado.

—Pensé que ya no vendrías —me dice al llegar.
—¿Por qué? —pregunté— Guardemos este bolso en tu carro —llevaba ahí mi ropa de mañana.

En la puerta nos toman la reglamentaria foto, y de repente siento que me voy a divertir tanto. Gerardo luce nervioso, pero feliz también.

Apenas entramos veo a Armando dando dinero a uno de los mesoneros para que le trajeran quien sabe que. Paso mi vista hacia todos lados, y veo que TODO el mundo esta aquí, no falta nadie.

—Acerquémonos a saludar a Armando —le digo a Gerardo.
—Anda tú. El no me cae muy bien.
—¡Vamos!

Nos acercamos. Armando parece muy entretenido hablando con la editora de “Constelación Viñedo”. Esta saluda a Gerardo, y luego yo saludo a Armando. Luego ambos se miran y sueltan un seco “Hola” y no no entiendo nada. La editora de la revista, que se llama Natalia, se disculpa con que debe ir a saludar a alguien y nos deja ahí.

—Estoy emocionado por el viaje de mañana —digo de pronto.
—¿Tu también vas? —Le pregunta Armando a Gerardo. Es un tono raro ¿Esta siendo irónico?
—Si, iré en el Yate de Marcos, pero supongo que nos encontraremos todos en el mismo sitio.
—Seguramente —responde Armando—. Yo voy en el de Tomás, como siempre, que por cierto no sé por qué se esta tardando tanto en llegar.

Entonces llega el mesonero con un trago para Armando. Parece ser un Martini seco.
—Traiga dos mas —le ordena.

Cuando llevamos un rato conversando de cualquier cosa es que me doy cuenta que Armando esta un poco distante conmigo. Se mantiene ligeramente apartado y ni siquiera me abrazo al verme. De repente me siento incomodo, la tensión entre Gerardo y Armando me molesta. Fuck.

—Voy al bar por otra cosa, no me gusta este trago.

Estoy en el bar tomando un destornillador y me siento raro, agitado, como si estuviese sucediendo algo en mis narices y no me doy cuenta. Miro hacia la puerta, ya que hay como una revolución de flashes y es porque esta llegando Tomás acompañado de alguien muy guapo. Continuo por el segundo trago, y cuando miro hacia donde están Armando y Gerardo veo que la cosa entre ellos se puso agitada. Parece que están discutiendo ¿Qué esta pasando?

Me levanto de la barra y voy hacia ellos. Tomás también esta ahí, con el tipo guapo. No lo puedo creer.

Fuck.

Damn it.

Es Santiago.

Siento como un dolor de cabeza, algo que no comprendo, y me paralizo mientras ellos siguen conversando, todavía en forma acalorada ¿Qué esta pasando? ¿Por qué todos ellos se conocen? Comienzo a pensar demasiadas cosas… Ni siquiera tengo muy claro por qué Armando y Gerardo se conocen y por qué se tienen idea ¿Qué hace Santiago ahí? Lo observo bien y está con una ropa que no le he visto nunca.

Tengo como un mareo, una rabia, una cosa, y esa fucking música electrónica que acaban de colocar no ayuda. Apuro medio vaso del destornillador, y me acerco al grupo. Faltan dos personas.

—¿Dónde están? —les pregunto a los demás.
—Fueron al Lounge —me dice Gerardo.

Voy lentamente acercándome al Lounge deseando que no sea lo que creo. “No creo, no creo”, repito para mi mismo una y otra vez, pero cuando veo a Santiago y Armando besándose en uno de los muebles del lugar, pierdo el sentido. Por un rato no veo a mas nadie, es como si ellos estuviesen ahí solos, rodeados de esa estúpida canción.

“Working, make it, do it, mix up”
“Harder, better, faster, stronger”.

No puedo más. De un solo golpe me bebo el resto del cóctel, y cuando solo hay hielo en el vaso y miro de nuevo hacia al frente, me doy cuenta que me maree un poco, y tiro el vaso al suelo. El ruido me hizo volver en mi mismo, y escucho de nuevo las voces y veo al resto de las personas. Santiago y Armando han dejado de besarse y me miran mientras me acerco.

—¿Qué carajos está pasando aquí? ¿De donde se conocen ustedes dos?

Santiago se me queda mirando de una forma rara.

—¿Es decir que tu conoces a Armando? ¿Es verdad lo que el me dijo? —pregunta Santiago.
—No tengo ni idea de lo que él pueda haberte dicho —respondo, aunque estoy muy seguro de lo que es.
—Le dije que tu y yo tenemos algo, eso —dice Armando con su estúpida voz indefinible, y siento que le quiero dar una patada en la cara.
—Esto es increíble —dice Santiago—. Increíble.
—¿Por qué tienes  que creerle a él? Solo lo has visto una sola vez, no lo conoces.
—A ver, es hora de que sepas que Santiago y yo somos novios —dice Armando, y luego sonríe.

Yo comienzo a pensar que ese cóctel estaba adulterado, pero a la vez creo que necesito otro.

—¿Qué ustedes qué? ¿Qué es esto?
—No somos novios. Somos ex novios, que es algo muy distinto.
—No entiendo nada —digo, y mi cabeza de pronto va explotar.
—Veras, en realidad yo no soy la persona que crees, pero vamos a hablarlo —me dice Santiago, y luego me toma el brazo.

Yo me suelto con fuerza, y le hago una seña. No hay nada que hablar.

Salgo del Lounge, y en cerca de la entrada esta Gerardo. Parecía haber visto el show del vaso roto.

—¿A donde vas? —me gritó, mientras yo corría hacia la salida del salón de fiesta.

No quería que nadie me viera, no quería hablar con nadie, sentía que algo se venia, y no estaba preparado para ser visto en público en ese estado.

Cuando salí del Hotel, el aire frio de Mañongo me pego fuerte en la cara, y ahí estaba, algo tibio recorría mi cara. Una fucking lagrima. 

—¿A donde va señor? —me pregunto el chofer del taxi.
—Al Parral señor.
—¿Mala noche? —me preguntó, pero no le respondí, y me dedique a ver por la ventana durante todo el camino.

Y luego me encontré con Gerardo

Y de repente estaba en su casa llorando como un estúpido mientras trataba de dormir.

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