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9. Ya no sé si digo la verdad, miento o se me olvidan las cosas





Desde que asistí al evento en La Alhambra, Santiago y yo estamos en una situación rara. Para empezar ahora soy invitado a muchos eventos, son como cosas publicitarias, y he llegado a ser como notorio entre cierto sector –tal vez gay- de la sociedad. Ocasionalmente aparezco en alguna foto en Paréntesis, y me he convertido en una especie de Gerardo, pero por mis propios medios.

Por cierto, hoy tengo un almuerzo con él. Hace más de un mes que no le veo, y tampoco hemos coincidido en algún evento, lo último que supe y por Tomás, que parece que le conoce, es que se fue a Ibiza con su “pareja” y las cosas no salieron del todo bien.

—Fue terrible —me dijo mientras campaneaba una copa de vino antes del almuerzo—. El viejo ese quería pasarse todo el tiempo encerrado en hotel, y no sé, yo quería salir, ir a fiestas. Comenzamos a pelear por ello y las cosas se salieron de control.
—Por lo que vi en la foto que me mostraste no es tan viejo ¿Qué pasa con él?
—Marico no sé, te juro que no sé. El me conoció en una fiesta, es decir el sabe que me encanta eso, pero de un tiempo para acá los únicos planes que le gustan son que si ver películas en su casa, ir a cenar o almorzar en Citrus, y luego pasar todo el día tirando en su casa.
—¿Y que tal es?
—Normal. Mejor ni hablemos de eso ¿Tu que tal estás?
—Mi vida es un desastre desde que estoy con Santiago y Armando a la vez.
—¿Qué Santiago? ¿Estás enredado con Armando?
—¡Santiago! ¿Nunca te hablé de Santiago? —pregunté extrañado, estaba seguro que lo había nombrado en algún punto— Y lo de Armando, no sé es algo sexual, aunque me ayudo con lo de carro. El dinero es como regalar agua para él.
—Supongo. Su papá es el hombre mas rico de Venezuela, y esta en el top diez de Latinoamérica… ¿Sabias eso?
—Es increíble que ande por ahí sin un guardaespaldas. No sabía que lo conocías tan bien, tampoco.
—Los conozco un poco, tampoco es que somos amigos, pero volviendo al tema de los guardaespaldas. Su papá contrato a diez guardaespaldas de una compañía del exterior que lo siguen a todos lados y además siempre mantiene con él una especie de rastreador en caso de emergencia.
—Nunca he visto a los guardaespaldas.
—Se mantienen a una distancia prudente, pero según me explico Armando, actuarían en cuestión de segundos en caso de una situación extraña… Pero nos desviamos del asunto ¿Quién es ese Santiago?
—Lo conocí un día en una discoteca, y no sé desde ese día me gusto y estamos juntos. Tenemos como seis meses ya.
—¡Seis meses! ¿Y en todo este tiempo no me habías hablado de él?
—Creo que si te lo nombre en algún momento, pero siempre estas demasiado distraído.
—No sé, estoy seguro de que si me hablas de que tienes una relación seria, tendrías toda mi atención. Como ahorita.

Gerardo me miro en forma extraña. No sabría explicarlo.

—Pero cuéntame más de Santiago —pidió finalmente.

Pase a relatarle los detalles de cómo nos habíamos conocido, las cosas que habíamos pasado, y como ahorita estábamos un poco distanciados.

—Pero no entiendo —opinó— ¿Qué relación tendría la fiesta con que él cambie? ¿No crees que estás exagerando mucho?
—¿Tu dices? —Comencé a confundirme— Es que no se marico. Ese día la pasamos tan bien, pero luego no ha querido ir a otro evento conmigo, y cuando comencé a insistir y presionarle me salió con que no le gustaban mis amigos.
—Hagamos algo… Este sábado hay un gran fiesta en el Hesperia. Creo que se trata de un desfile, algo de moda. No sé, la verdad no importa. Lo que si importa es que todo el mundo estará ahí.
—¿Y tu iras? —reí.
—Pues sí, ya no tengo quien me lo prohíba.

Ese día salí del café con los votos de amistad con Gerardo renovados. Armando me escribió y me dijo que ese día no podríamos vernos, que estaba “ocupado con algo” y en el fondo sentí un alivio. Luego de pasar casi una tarde hablando de Santiago, me sentía extraño y solo quería hablar con él, aunque cuando llegue a casa no estaba. Abrí la nevera y no había nada, así que supuse que salió a comprar algo para cenar, aunque luego llego sin bolsas, y no se veía feliz.

—¿Paso algo en el trabajo? —le pregunté.
—Nada, nada digno de mención —dijo y luego se acerco a besarme— ¿De casualidad cocinaste algo o estabas esperando que llegara?
—No hay nada —expliqué—. Te estaba esperando para pedir una pizza o algo así —mentí.
Ordenamos la pizza y cenamos en silencio. No entendía la tensión.

—Este sábado hay un desfile en el Hesperia —le comenté—. Deberíamos ir.
—Te invitaron tus amigos —comentó con cierto tono de voz raro.
—La verdad me invito Gerardo, fue el primer amigo que tuve desde que llegue a Valencia.
—Creo que nunca te había escuchado pronunciar su nombre.

¿Qué pasa en el mundo? Ahora se supone que yo estoy loco, y nunca le hablo a nadie de nadie. Fuck.

—Equis. Tal vez podrías aprovechar para conocerle.
—Si lo voy a conocer, mejor hablame más de él.

Entonces le conté una versión light de la historia. Sin conocidos adinerados, y sin confesiones de Gerardo.

—No entiendo bien como es que son amigos… No parecen tener mucho en común —comentó Santiago en un tono raro de nuevo… ¿Es posible que Santiago conociera “el secreto” no tan secreto de Gerardo?
—Yo tampoco. Nos caemos bien y somos fiesteros, supongo que es eso.
—Me imagino.

No había que ser muy inteligente para darse cuenta que Gerardo no llevaba una vida sencilla y que la misma no iba para nada acorde a su trabajo… ¿Cómo alguien que trabajaba en “Constelación Viñedo” podía pagarse una vacaciones a Ibiza? Eso sin contar la ropa, los restaurantes, los paseos, los cambio de carro. Era evidente que era un vividor… ¿Es posible que yo tuviera la misma reputación?

Tal vez no se si por casualidad, o porque de alguna forma lo planee así, yo nunca salí en publico con alguno de los tipos que alguna vez me dieron dinero o me ayudaron con algo. Del mismo modo cuando gastaba en algo grande, como mi carro, siempre decía “que mi papá me ayudo” o soltaba cosas como “No fue tan difícil, una llamadita a papi y listo”. A veces, y sin necesidad, me quejaba de cosas absurdas como el mercado que nunca hacía, la lavandería o cualquier otra tontería. Comencé a estar nervioso ¿Se había enterado Santiago de lo ahora se había convertido en mi peor secreto? Fuck, Fuck, Fuck.

—No quiero ir a la fiesta —soltó Santiago, luego que tuvimos un sexo genial esa misma noche, y pensé que toda la tensión entre nosotros se había disipado.
—No lo entiendo, nunca quieres salir conmigo.
—No me gustan las fiestas, ya te lo he dicho… Y tampoco quiero que tu vayas.

Eso me descolocó… Ya tenia todo listo con Gerardo, luego de la fiesta nos íbamos con Armando, Tomás y el resto de la gente para la playa ¿Estaba Santiago prohibiéndome algo?

—¿Por qué?
—No quiero que vayas y punto, no se consigue nada bueno en esos lugares, y no quiero hablar más del asunto.

¿Qué le pasa a Santiago? ¿Se había metido en una religión ahora? ¿Tenia un ataque de celos? Ni siquiera tenia la energía necesaria para insultarlo en mi mente, mientras aún estábamos abrazados en la cama.

—No iré si es lo que quieres.

¿Estaba diciendo la verdad?

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