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9. Arrepentimientos


2. Hola soy un niche si raqueta y me gusta demasiado


Estoy en Citrus bebiendo y almorzando con unos amigos. Hay tipos de CLF, esta Tomás, e inclusive esta Javier, quien parece haber olvidado todo lo que hice, desde que finalmente logro su admisión en la Complutense de Madrid. Tomás también se irá a estudiar para allá en unos meses y siento que me quedare sólo y abandonado.

Han pasado 3 semanas desde la última vez que vi a Nelson y lo extraño muchísimo, a nadie parece importarle, y menos a Tomás quien cada vez parece mas cercano a Javier. Mientras observo todo lo que estamos comiendo y bebiendo me pregunto como le estará yendo a Nelson en su nueva vida sin trabajo ¿No se suponía que ahora me debería sentir bien?

Ya casi nadie comenta lo de las fotos, aunque de vez en cuando me hacen algunas bromas pesadas sobre el asunto, a esos tontos los elimino de mi vida sin pensarlo dos veces.

En la noche lo pienso mucho y veo el celular una y otra vez ¿Debería llamarlo? ¿Qué pasaría si me dice nuevamente lo mismo? ¿Cómo me sentiría si me vuelve a decir que todo fue una venganza producto del resentimiento?

—¿Armando quieres ir a cenar a casa de los Payares? —Pregunta mi padre, al rato de haber llegado a casa.

Me daba fastidio ver a Juan Payares pero tampoco me quería quedar solo en la casa así que acepte ir.
Al llegar a la mansión de los Payares, solo están la mama de Juan, Papá Payares y Juan quien no deja de mirarme con mucha curiosidad. Luego de haber cenado y durante el postre Juan me pregunta algo.

—¿Qué paso con el muchacho ese con el que andabas? ¿Por fin acabaron con él? Ustedes si que son muy malos.
—¿A que te refieres Juan?
—El día de la Gala, Javier y Tomás estaban diciendo que tu acabarías con él y harías que lo despidieran de Casablanca donde creo que trabajaba hasta hace poco ¿No?
—No estoy entendiendo nada

Pero si estoy entendiendo. Estoy comprendiendo todo y tengo ganas de matar a alguien, no lo puedo creer.

—Ah entiendo —replique disimulando—. Me dices del plan que tenia Javier y Tomás ¿Cierto?
—Exacto, yo no entendí muy bien, pille la conversación luego, pero ellos me explicaron que tú estabas molesto con él y seguro te encargarías sin que ellos tuvieran que intervenir.

Fue así como me disculpe y llamé a chofer de mi padre para que viniera a buscar inmediatamente. Salí como un cohete a casa de Tomás.

—Ya se lo que hiciste.
—No entiendo —replico Tomás, pero claro que sabia.

Entonces inicio una absurda dilación, para luego decirme que Javier logró convencer a Nelson que sacara las fotos de mi casa mostrándole el infame video de E! donde yo hablo mal de él. “Si así piensa de mí, imagínate que dirá de ti, que estabas ese día conmigo en la foto”, le había dicho Javier. “Armando no te quiere, para él no eres más que otro José que usa como un juguete y luego desechará”. A pesar de ello Nelson seguía negándose y finalmente Javier le dijo que no le importaba si luego Nelson me contaba la verdad. “Considéralo un experimento, tú sabrás quien es él en realidad, y si no es así, puedes echarme toda la culpa, total yo quiero que él sepa que fui yo”. Tomás sólo le había dicho a Javier en que parte de la habitación yo escondía mis fotos, pero siempre pensó que Javier haría algo más sencillo que enviarlas a un programa de televisión, y que cuando vio el escándalo, se inventó lo del teléfono para el salir ileso de la situación.

—Me di cuenta muy tarde del daño que hizo Javier y tuve miedo, por eso al principio te mentí. Yo solo lo hice para ganar puntos con Javier, y no pensé que si él se burlaba de ti delante de unos amigos por unas estúpidas fotos que no tienen nada de malo (después de todo, todos hemos pasado por Ámsterdam) tú te molestarías demasiado y al final ¿Quién es Javier? La gente muere por ser amigo tuyo, no de él.
—No sé si estás escuchando las estupideces que estás diciendo.
—Fui un estúpido lo sé. Estoy enamorado.

Me dieron nauseas de mi mismo y sentí nauseas de Tomás.

—Creí que eras mi amigo.
—Y lo soy, pero amo demasiado a Javier, y bueno Nelson no es el amor de tu vida o algo así, pensé que jugarías con él y luego lo dejarías ¿Me equivoco?
—Tu no eres quien para decidir eso. De ahora en adelante no me dirijas la palabra. He perdido toda la confianza en ti.

Me volví y no escuché su replica. En el fondo sabía que Tomás no había querido hacerme daño, que solo quería complacer a Javier, después de todo el era capaz de cualquier cosa por un tipo, sin embargo no podía perdonarle así como así. Tenía que sufrir un poco.

No lograba entender nada ¿Por qué Nelson no me dijo la verdad? ¿Por qué Nelson no me dijo que el no había sido el único responsable? ¿Por qué desconfiaba de mí y al final accedió a participar en esa tramoya? ¿Qué estaba pasando? Le marque a su celular y no me atendió ¿Cómo podía localizarle?

Al día siguiente fui a almorzar con Juan en Mattheus. Lo llamé para preguntarle si tenía posibilidades de averiguar el paradero de Nelson, pero insistió en verme para almorzar. Juan no era mala persona, pero por alguna razón me molestaba hablar con él.

—Escucha yo se donde esta Nelson, pero necesitaba verte en persona para saber si eres confiable.
—¿Y tu eres su Hada Madrina o algo así? No me digas que estás enamorado de él o algo así…
—Yo sé que tú tienes la tendencia a creer que todos los que te rodean son gays, pero no es mi caso, yo no juego en esa liga.

La revelación de que Juan no era gay, era tan difícil de creer para mi, como una novia cuyo novio le confiesa que es gay. Inconcebible.

—Entiendo, no te gusta Nelson ¿Entonces?
—Resulta que hasta hace poco me entere que Nelson es hermano de mi novia.

¿Podía Valencia ser más pequeña?

—¿Y que es lo que tengo que hacer para ganar tu confianza además de pagarte esa absurda ensalada de doscientos bolívares?
—Mi novia me comento que luego de lo que paso, Nelson le dijo que más nunca quería mezclarse con gente de tu clase. Que eran personas sin valor para las cuales todo es un juego. Le dijo incluso que se cuidara de mí —Juan suspiró y coloco cara de circunstancia. Luego continuo—: Lo que quiero saber es si de verdad le quieres o sólo le estas buscando para seguir fastidiándole la vida.

Entonces le conté la verdad del plan de Tomás y Javier.

—¿Y Tomás no es tu mejor amigo?
—Lo sigue siendo, solo que el no piensa en las consecuencias de sus acciones, sólo en lo que conseguirá. Pronto entenderá que no siempre debe ser así.
—No tenia idea que podías ser tan… Maduro. Siempre me pareciste un niño muy creído que se veía a sí mismo como el príncipe de Valencia o algo así.
—Yo soy el príncipe de Valencia, pero eso es otra cosa.

Ambos reímos, y finalmente Juan me dio la dirección de una mugrienta panadería donde estaba trabajando Nelson.

Cuando me vio llegar intento esconderse en la cocina, pero luego yo hable con el dueño y le ofrecí 500 bolívares para que le obligara a salir de ahí. El hombre se negó, pero cuando le explique que era un asunto de vida o muerte que Nelson estaba evadiendo se mostro compasivo y le dijo que estaba en su hora libre y que no lo quería ver en la panadería.

—¿A que viniste? —Me espetó.
—Tan solo quiero saber como estás. También vine porque me entere de todo el plan de las fotos y sé que no participaste del todo. Necesito saber porque nunca me dijiste la verdad.
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8. Errores múltiples


2. Hola soy un niche si raqueta y me gusta demasiado


Muy tarde me percaté que soy una persona arrogante, a pesar que me propongo no serlo. Pero luego de haber conversado en ese bar con Nelson fue que me di cuenta que en muchas ocasiones miro a la gente con desdén y le sonrío con hipocresía. Que ese que habla en verdad no soy yo. Que para mí todos no son más que un montón de Josés y que tal vez no soy tan buena persona como lo creía.

Sin embargo esos pensamientos llegaron luego de un día en que cometí los más absurdos errores.

En la mañana por ejemplo, mientras desayunaba un Bloody Mary y un Atamel llame al gerente de Casa Blanca y le pedí que despidiera a Nelson.

—Es uno de nuestros mejores vendedores —suplicó.
—Y yo soy tu mejor comprador. Si no lo despides no iré nunca más a tus tiendas y me aseguraré que ninguno de mis amigos tampoco así que tenga que mandarles a traer la ropa yo mismo de Europa.
—De acuerdo —y colgó.

Mi papá se mostro comprensivo por la situación y estuvo de mi lado, para mi sorpresa.

—No es tu culpa que te tomaran esas fotos, y menos que ese barriobajero del Nelson las haya robado de tu habitación. Siempre te advertí que no es bueno mezclarse con gente de su clase. Por más estudios o profesiones que tengan, siempre son unos resentidos.
—Quiero que llames a alguien y que cancelen ese programa —le pedí.

Entonces mi papá llamo a alguien en Conatel (probablemente el ministro), y le abrieron un procedimiento administrativo al canal que fue tan eficiente, que al cabo de una semana habían cancelado el show por “atentar contra la moral y las buenas costumbres”. Coincidió con la presentación de una mujer absurda que se hacía llamar CondesaVías la cual prácticamente se desnudo en el show. Terrible.

Luego de eso tocaba encargarse de Javier. Me entere que luego del problema ofreció ayuda económica a Nelson, pero él era tan dependiente de su padre como yo. Entonces llamé al rector de la universidad y le solicité que por favor se acercara a una de las fiestas de Javier un día indicado por mí.

—Sr. Cappa entiendo que usted debe tener mucho tiempo para pensar y todo eso, pero yo no. Lo que los estudiantes hagan fuera del campus no es mi problema.
—Créame lo será.

Le pague a dos gafos del CLF para que filmaran muchas de las cosas que pasaban en la fiesta de Javier y luego mande a mi chofer que pegara las fotos por toda la universidad y que además subiera un enlace con la nota de voz de la conversación que tuvo el rector conmigo.

Enseguida se abrió un debate sobre la irresponsabilidad de algunos rectores y las políticas de admisión a las universidades. Luego vino el tema de que los niños ricos tienen acceso a todo en vez de darle la oportunidad a los que si van a estudiar, y en menos de lo dices “Cierren esa cuenta”, Javier fue suspendido de la universidad y su papa lo castigo dándole un tarjeta donde solo le depositaba diez mil bolívares mensuales, que si bien seguramente era más de lo que ganaba Nelson en un mes, era muy poco para el nivel de vida que tiene Javier.

—Esta vez te pasaste —me dijo Javier en una llamada—, esto ya no es un simple juego.
—Me muero por saber que intentarás —y colgué

Al final y luego de una mañana en el teléfono había destruido la vida de dos personas, acabado con la reputación de una familia, y según lo creía no debía parar hasta sentirme bien. 
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7. Tramoyas


2. Hola soy un niche si raqueta y me gusta demasiado


Yo siempre pensé que determinadas cosas sucedían sólo en las novelas, pero lamentablemente estaba equivocado.

Esta noche tenemos una gala. Será la primera vez que Nelson y yo asistiremos a un evento público estando de acuerdo en que tenemos una relación. Es un desfile/coctel/fiesta en el Hesperia del CLF, siglas del “Colectivo Local Fashion”. Se trata de un grupo de desadaptados que intentan hacer algo de moda en Valencia, pero sus prendas, como todo lo nacional, siempre tienen algún problema en la ejecución. Tomás suele referirse secretamente a ellos como “Colectivo Low Fashion”. Muy divertido. No obstante los diseñadores que integran ese colectivo son amigos de nosotros, pero ahora “trabajan” porque sus papás están venidos a menos. Tomás y yo decidimos seguirlos tratando (pesé que a mi papá me dijo que mezclarse con gente así atrae una atención innecesaria y mala suerte), pues se supone que para eso son los amigos ¿No? En fin.

Nelson está muy complaciente. Acepto que le enviara a su casa un traje, que dije que había usado hace como 5 años. No debí mentirle (lo cierto que mi ama de llaves se deshace de la ropa que ya use si ya tiene más de seis meses en mi closet), pero no pude aguantar la tentación de encargarle un traje nuevo. Sabía que siendo el vendedor de ropa en algún momento lo notaría, pero también sabía que no me diría nada.

Mientras vamos en el carro de mi papá con su chofer la cosa se torna intensa.

—¿Hacia dónde va esto?
—La fiesta es en el Hesperia, creo que habrá también un desfile. Estamos en primera fila.

Yo sabía perfectamente de que estaba hablando Nelson. Teníamos pocas semanas juntos, pero su intensidad siempre se manifestaba en los momentos más inoportunos.

—No hablo de eso, me refiero hacia dónde vamos nosotros.
—¿Somos novios no? Y yo te quiero.

Dije eso para evitar cualquier drama. Si algo me habían enseñado las series de TV americanas, es que es mejor decir cuanto antes te amo/ te quiero aunque sea mentira. Te ahorras mucho tiempo.

—Necesito saber si vamos a un lugar, si lo nuestro es algo serio.
—Desde luego que es algo serio —replique contrariado—, yo no estoy viendo a nadie más ¿Tu si?
—No
—¿Y entonces?
—Nada.

Entonces todo se echa a perder, y sé que durante la fiesta no se arreglara. Cuando nos bajamos del carro hay mucha gente, están tomando la reglamentaria foto en la puerta. Un reportero gráfico absurdo tiene la descortesía de pedirle a Nelson que se aleje de mí para retratarme solo en una foto.

—Hoy no José —le digo. Desde luego ese no es su nombre, pero yo llamo a todo el mundo José cuando no es importante.

Seguimos avanzando y luego un reportero de Sun Channel me llama para entrevistarme. Seguro apareceré en ese absurdo programa que ven las cachifas de la casa, pero sonrío y me acerco.

—Armando Cappa. Mucho se habló sobre si te presentarías aquí esta noche.

Siento que sabe algo que yo no. Miro a Nelson y esta absorto, está mirando hacia el frente, pero su mente está en otro lado.

—¿Por qué no habría de hacerlo? —Repliqué— Aquí están algunos de mis mejores amigos de toda la vida.

De repente volteo hacia al frente y esta Tomás enloquecido haciéndome señas, no entiendo que está pasando.

—¿Qué tiene que comentar respecto al escándalo?

Súbitamente siento que se me mueve el piso, veo a Nelson que parece como de piedra, como un maniquí hermoso que no tiene una expresión de verdad. Veo todo borroso, y cuando siento que voy a desmayarme, las señas enloquecidas de Tomás me sacan de mi ensoñación.

—Disculpa —le digo al reportero con arrogancia—. No tengo nada que comentar al respecto.

Corro al encuentro con Tomás y mientras paso por la alfombra del salón otros reporteros me llaman pero me limito a saludarlos con la mano.

—Tengo toda la tarde llamándote para decirte que no vinieras para acá ¿Dónde coño esta tu teléfono?

Me reviso los bolsillos y no tengo nada. Miro a mí alrededor, y no veo a Nelson por ninguna parte. Veo que unos reporteros están finalizando su trabajo en la alfombra y se aproximan hacia a mí.

—Vayamos al bar —sugiere Tomás—, allá no pueden entrar filmando con esas cámaras asquerosas.

Entonces en el bar se me va la vida. Tomás me muestra un video de un programita absurdo que se llama “Sin censura” en un canal aún mas asqueroso donde sale un narrador hablando:

—“En minutos les mostraremos imágenes exclusivas del chico de la high Armando Cappa, hijo del empresario Arnoldo Cappa completamente derrapado en Amsterdan”.

Chico de la high. ¿Por qué carajos hablan así?

—“Es escandoloso” —dice otro en el video— “Sobre todo viniendo de aquel que una vez se pronunció en contra de su otrora mejor amigo Javier Veracasa, por tener fotos saliendo de aquel antro en la Avenida Bolívar de Valencia”.

Con qué eso era. Una venganza. Era el estúpido de Javier vengándose por lo que dije de él hace algunos meses, pero ¿Qué se supone que debía hacer? Estaba en una absurda entrevista en E! sobre los “it.boys”, termino que detesto, y no me pude escapar pues era un coctel benéfico organizado por Maite. Una cosa publicitaria espantosa a la que tuve que asistir porque mi papá me obligo. En ese ínterin, la gente de este programa aprovechando mi presencia, comienzan a preguntarme un montón de cosas (ya que según los productores yo soy un “it.boy”) y me muestran una foto de alguien que casi no reconocí, saliendo de un local espantoso en la Avenida Bolívar que todos (me refiero a los de mi esfera) conocemos, pero que ninguno ha ido (o al menos no serían capaces de admitirlo) ¿Qué debía decir? “Definitivamente un it.boy no saldría de ese lugar de esa forma”. Solo después de haber comentado eso, el narrador me explico que se trataba de Javier. No perdí la compostura, pero sabía que eso tendría consecuencias.

—Dime que no vamos a volver a los días de la guerra —imploró Tomás.

“La guerra” como se conocía en nuestra esfera, fue un periodo de tiempo en el que Javier y yo intentamos demostrar quién tenía más poder. Fue un tiempo de saboteos, fiestas, planes macabros y tramoyas, en que naturalmente yo salí ganando. Nadie quiere estar mal conmigo en esta cochina ciudad.

—No vamos a volver a los días de nada, pero me preocupa mi papá.
—¿Crees que te corte el dinero?
—Por favor, no. Pero creo que se molestara mucho ¿Crees que debería irme?
—Ya no importa, ya estamos aquí ¿Qué harás con Nelson?

Nelson, Nelson, Nelson. No quería pensar en él. Obviamente él había sido el artífice del plan de Javier. Debí cortar toda relación con él en cuanto me entere de su pasado con Javier, pero decidí confiar.

—Ya me encargaré de él —dije, y Tomás se quedo mirándome fijamente.

Entonces salí de bar con dos Cosmopolitan en mi organismo, y un poco envalentonado. Se me acerco de nuevo el reportero de E! y le dije que mi único comentario, era que esas fotos eran absurdas, falsas, y que a él lo habían engañado haciéndole creer que tenía un exclusiva.

—Se rumorea que las fotos fueron extraídas de su casa por su actual novio —comentó con malicia.
—¿Se rumorea o específicamente su fuente le indicó que me preguntara eso? Tenga algo de decencia y dedíquese a hacer una labor periodística que valga la pena en vez de estar preguntando cosas que, escúcheme bien, nunca pasaron, y de ser ciertas, no son problema de nadie. Disculpe.

Capturo al mesonero del Cosmopolitan y luego de tomar un trago le digo:

—Sígueme trayendo de esto donde quiera que este. Te daré 500 bolívares cuando vengas con el próximo.

Comencé a mirar a mí alrededor buscando a Nelson. Lo encontré hablando con Javier, y me acerco.

—Buenas noches —saludo— ¿Dónde estabas mi vida? —pregunto de forma vulgar y beso a Nelson, quien me ve de hito en hito.

El mesonero se acerca, termino de beber el coctel, y le meto la mano en el bolsillo para dejarle el dinero, y tomo otra copa.

—Veo que te estás preparando para otro show —comenta Javier con sarcasmo—¡Bravo!
—Por más que quiera nunca te superare, y ahora si me disculpas, tengo que hablar con mi novio.

Al terminar la frase, algo en mi dice que Javier aún siente algo por Nelson, y de eso se trata todo esto. Entonces le beso nuevamente y me lo llevo hacia el bar.

—Para empezar por favor devuélveme mi teléfono —le digo, no puedo evitar abrir la boca, cuando lo saca de uno de sus bolsillos—. Ahora te voy a dar cinco minutos para explicar lo sucedido, si es que acaso te interesa hacerlo, y luego yo decidiré que hacer contigo.
—¿Tu decidirás que hacer conmigo? —Preguntó cambiando inmediatamente el semblante.
—Correcto.
—Entiendo ¿Ves? Ese es el problema contigo Armando Cappa. Tú no te das cuenta, pero siempre estás con esa actitud de arrogancia, mirando a la gente por encima del hombro, y lo peor es que te la das de amable, de bueno, de que eres rico, pero que no tratas a los demás como tus amigos lo hacen te la das de diferente.
—Es decir que todo este plan absurdo es resentimiento ¿Solo eso? Estas resentido porque mi papá tiene dinero y el tuyo no ¿Es eso? ¿Eres así de niche?
—Si, lo soy. Siempre lo he sido y tú lo sabes.
—Dime tan solo que todo es mentira. Que esto es un plan de Javier para acabar conmigo, para ponerme mal con mi padre y que te pago por hacerlo y que tú aceptaste porque necesitabas el dinero. Tan sólo dime eso, y olvidaremos todo lo demás. Yo me encargaré de Javier y tu y yo podremos discutir esto sin alcohol de por medio y arreglaremos las cosas.
—No tengo nada que decir. Nadie me pago y siempre supe lo que estaba haciendo.

Entonces perdí la fuerza necesaria y mi arrogancia. Una parte de mi recordó lo que me pregunto Nelson en el carro y albergaba que si bien el había accedido a participar en el plan en un principio, tal vez se había arrepentido, pero no fue así. En las películas de Hollywood uno de los protagonistas siempre se ve forzado a realizar algo por las circunstancias, pero luego se enamora y se arrepiente. Lamentablemente este no es el caso. Nelson era simplemente un resentido que vio la oportunidad de vengarse de alguien a quien ni siquiera conocía. Un resentido de los peores.

—Entiendo. Entonces todo termina ahí —dije tratando de fingir serenidad, pero no se que tan bien me salió—. Espero que logres salir de todo lo que te viene encima y te vaya bien en la vida.

Y entonces me bebí al menos 5 cocteles más.

Y luego Tomás tuvo que sacarme por la parte trasera del hotel pues los reporteros no dejaban de acosarme.

Y después mi papá llama y no atiendo el teléfono.

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