0

5. Buscando y rebuscando




Conocer a la persona indicada en este fucking lugar no es fácil, pero mientras tanto uno hace lo que puede con lo que tiene. Nunca habría conseguido el depósito astronómico que necesitaba para el alquiler del apartamento donde vivo ahora de no ser porque un viejo por ahí me lo regaló, luego de hacerle uno que otro favor. Tampoco podría yo haber comprado un carro, de no ser por la ayuda de otro tipo que conocí un día en una exhibición de autos en el Sambil.

Un día estoy en el gimnasio indicándole la rutina a una señora y entran un par de tipos. Uno de ellos es moreno, guapo, bastante guapo. Tiene rasgos ligeramente hindúes o como sea el gentilicio de esos dudes marrones, pero no tanto. El otro es más impresionante aún. No es tan alto como el moreno, pero también tiene una cara delicada, me recuerda a Santiago un poco. Pero lo que me impresiona no es su físico, es su actitud. Entra como si el gimnasio fuera de él. No anda con pena. Se le queda mirando a quien quiere y no se esfuerza en disimularlo. Un tipo que esta haciendo unas repeticiones lo mira con señas de Que te pasa maricón y entonces él le sostiene la mirada, y luego se vuelve con tanto desdén, como si en un segundo dejara de existir, que el tipo no dice más nada y sigue haciendo sus ejercicios.

Tengo que conocerlos.

Cuando me estoy aproximando suena el teléfono. Es Santiago.

—¿Cómo estás? —Le pregunto, tratando de disimular que estoy contrariado.
—Bien ¿Qué haces? —pregunta.

Fuck lo quiero matar. Los tipos siguen mirando a su alrededor pero parece que se están cansando y comienzan a ver hacia la puerta. Damn it. Se van a ir.

—Ahorita estoy un poco ocupado.
—Cierto estas trabajando… —Y alarga la “o”, como si fuera una tragedia, pero aún así, sin ganas de colgar.

Entonces me calmo. El moreno le hace una seña al otro y se dirigen a la parte del café que tiene el gimnasio. Yo termino de hablar con Santiago (quien dio un montón de rodeos sólo para decirme que no me visitaría hoy) y me acerco hasta ellos.

Cuando llego al área del café ya están instalados en una mesa. El moreno esta tomando un café y el otro, que ahora visto de cerca parece tener resaca, esta tomando agua con Jamaica.

—En serio no entiendo por qué no venden té helado —le dice al moreno.
—No importa, cuando salgamos de aquí desayunamos donde Víctor.
—Es demasiado venir a este sitio buscando a un hombre se vea como se vea, y ni tenemos esperanza de lo otro. Después me dices que a veces te sorprendo y me comparas con el repartidor de periódicos. Pues te digo: Eres tú quien ha caído en un nuevo bajo.

Con que están buscando a un hombre. Esta bien.

—Calmate unos segundos, terminate el agua que te hará súper bien para la resaca y luego yo te invito.

Impresionante se queda en silencio por toda respuesta. Yo finjo comprar un agua también, pero cuando vengo de la caja y voy a pasar de nuevo junto a su mesa con toda la intención, por un segundo sentí que el moreno me miraba. Entonces decidí arriesgarme.

—De verdad discúlpenme —y sonreí—, pero por casualidad escuche que andan buscando a alguien.

Por un segundo se descontrolan. Luego me ven sorprendidos y finalmente impresionante suspira y vuelve a su bebida. Entonces el moreno lo mira, ladea la cabeza un poco y le dice algo con los ojos. Es como telepatía.

—Tal vez eres tú —dice el moreno.

Impresionante sonríe ligeramente y me mira. Comienzo a pensar que al menos mi reputación sirve para algo. Pero luego se me quedan mirando y no dicen mas nada. Me toca a mi.

—No encontrarán nada mejor que yo aquí.
—Muy gracioso —dice el moreno y ríe algo escandaloso.
—Mejor siéntate —dice impresionante—. Me llamo Armando y el es mi amigo Tomás.

Después de hablar un rato me entero que este chamo es ese Armando que una vez vi en un programa de E! y debe ser así como el veinteañero mas rico del país, y el único que le hace sombra, es su mejor amigo. De repente pasé a la liga VIP y no me di cuenta. Lo lamento mucho. Juro que pensé en Santiago antes de hacerlo, pero es más fuerte que yo.

—Podemos intercambiar números y pins —les digo.
—Tomás los tomará —dice Armando con una sonrisa enigmática. Es como si me dijera que le da fastidio tomar mi número de teléfono, pero a la vez que puede ser que me llame.
—Esta noche nos reuniremos en Matheus —dice Tomás. Si quieres puedes acercarte hasta nuestra mesa.
—Me gustaría ir pero tengo el carro malo —explico y ellos se me quedan mirando, especialmente Armando.
—Mandale tu dirección a Tomás, algún chofer de nosotros te ira a buscar.
—Claro —dice Tomás, como si la gente tiene que dar por sentado que todo el mundo tiene chofer.
—En fin —dice Armando—. Tenemos que irnos.

Yo quiero a Santiago. Pero en serio. Fuck.

Extra 2

—¿Viste que esta bien? —pregunta Tomás.
—Si, pero tampoco era como para ir al gimnasio. Me dan asco los gimnasios, por eso nosotros tenemos uno en casa ¿No?

0 comentarios:

Publicar un comentario

Back to Top