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1. Chantaje



Yo llegue a Valencia por muchas cosas que pasaron al mismo tiempo. Una de ellas es que no soportaba mi vida en Tinaquillo. Marico esa gente del pueblo no pensaba en otra cosa que casarse o que se yo, y ni hablemos de las loquitas; siempre terminaban en una peluquería o algo peor. No quería nada de eso para mí. Mi mama una vez había sugerido que me pusiera a estudiar no se que cosa en el INCES. Ugh.

Pasaba los días tristes en el pueblo pensando que sería de mí. Divagaba entre la casa de amigos (amigos que eventualmente se convertirían en eso que más temía) y fiestas en las que descubrí muchas cosas.

De repente tenía demasiados problemas en la casa. Mi papá (que era el abogado más exitoso del pueblo) ya no me soportaba, decía que arruinaba su reputación y que espantaba a sus clientes. No recuerdo ya cuantas veces me botó de la casa, pero mi mamá siempre me abría la puerta.

—Tienes que dejar esa vida hijo —me dijo una mañana en que la resaca que tenia era tan… Ni siquiera podía escuchar su voz bien.
—Tu no entiendes mami.

En teoría mis papás no sabían que era gay, por lo que eso también me preocupaba ¿Qué pasaría cuando se enteraran? Me preocupaba mucho el dinero ¿Qué sería de mi si de verdad mi papa cumplía su palabra y me echaba para siempre de su casa? ¿Qué pasaría conmigo? ¿Sería uno de esos maricos que abren una tienda y pasan todo el día en el centro comercial del pueblo? Esa preocupación no me dejaba vivir.

—Ay marico tu lo que tienes que hacer es algo bien dramático y bien arrecho para que tus papás despierten y te den el dinero para que te vayas de esta mierda.
—No te entiendo.
—Tu siempre tan bonito y tan brutico —me dijo. Era Rafael uno de los maricos mas recorridos de Tinaquillo. De él se decían muchas cosas, pero yo lo veía como un muñeco Barbie que al llegar a su casa estaba completamente solo, rodeado de muebles plásticos.
—¿Cómo un chantaje? —le pregunté.
—Eso mismo. Haz una vaina horrible, no sé, como una gran fiesta de locas y metete ahí, amenaza con destruir a tu padre, y luego dile que te de dinero para irte de Tinaquillo.

Reí mucho, creo que Rafael había visto demasiadas novelas. Pero luego vi el maquillaje corriéndose por su cara con una expresión seria, sentí el calor que hacía en esa casa, y note como el hielo se derretía rápidamente en los vasos Selva donde tomábamos ron ¿Se podía mentir en un ambiente así?

—¿Lo dices en serio? ¿Quieres que me largue del pueblo?
—No es lo que yo quiera mi vida. Es lo que tu quieres.
Estábamos como sentimentales ¿O era el ron?

—Si me voy no nos veríamos más —me di cuenta que le tenía mucho cariño, después de todo era como la hermana que nunca tuve.
—A mi me dolerá mucho más que a ti —me dijo, pero no entendí bien a que se refería.

Fue así como llego el día de la gran fiesta “El miss Tinaquillo internacional”. Un certamen balurdísimo al que todo el pueblo asistió y en donde Rafael y yo dimos las palabras de bienvenida ante un público que nos miraba atónitos. No todo el pueblo sabía que ambos éramos amigos.

De manera que cuando llegue a la casa y mi papa casi me mata lanzándome la taza de té que le acaba de dar mi madre, sabía que todo había llegado a su fin y que no había marcha atrás.

—Si soy gay. Y si, me puedo ir de la casa, pero me tienes que dar dinero. Si no me das suficiente dinero para irme y vivir en otro lugar volveré y con el dinero que gané con la fiesta montaré una peluquería en el centro.

Y nada, así fue como llegue acá.
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El trepador


Prólogo

La música sonaba fuerte y clara cuando salí del hotel.

“Working, make it, do it, mix up”
“Harder, better, faster, stronger”.

No podía creer lo que había visto. Durante todo este tiempo era yo quien había sido engañado. Me había enamorado y en la peor de las circunstancias. Fuck.

Llegue a VIP y todo lo veía como un borrón. Los maricos me hablaban pero a mi no me importaba nada. Y de pronto apareció Gerardo.

—Ya nada importa —dijo.
—Tu no entiendes.
—Si lo entiendo, y creo que en parte todo esto es culpa tuya. Tu siempre quisiste todo esto, y sabias que no sería fácil.
—¿Yo siempre quise esto?

Lo dije en voz alta, pero en realidad la pregunta era para mí ¿Estaba en el punto en el que tenía todo lo que había querido?

—Es así —continúo Gerardo—, si fueras una persona distinta jamás habrías entrado en este espiral, pero ellos son así. Todo es fascinante, el dinero, los lugares, el acceso VIP, pero luego te das cuenta que son poco más que eso. Armando es el peor de todos —añadió como con… ¿Rabia?

Mire a Gerardo. Estaba sudado, y parecía haber sufrido bastante tratando de dar conmigo luego que salí del hotel. Me veía con lástima, pero no entendía por qué.

—Necesito estar solo.
—Vamos a mi casa —sugirió él.

En su apartamento me instalo en una de las habitaciones. Se porto muy amable, no sabía que Gerardo podía mostrarse… ¿Cómo se dice? ¿Compasivo? Eso.

—Ya casi no me acuerdo como nos conocimos —dijo Gerardo en el umbral de la puerta.

Solo le sonreí. Pero si me acordaba.

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10. El resentimiento y el amor fueron al campo un día


2. Hola soy un niche si raqueta y me gusta demasiado


En mi vida nunca se me preparo para tener una conversación trascendental sobre sentimientos. En mi mundo lo único que verdaderamente importa es el dinero. Todo lo que conversamos en el medio de una fiesta siempre es algo fingido, una pose, y son pocos los verdaderos amigos que llegamos a tener. Por eso, cuando Nelson me explico que no me había dicho la verdad pues estaba sorprendido de la forma tan vengativa en la que le dije que me encargaría de él y decidió esperar a ver de que era capaz, casi no le di crédito a sus palabras.

—Pero tú sabías que mi familia es poderosa ¿Por qué dejarme llegar hasta final? ¿Por qué dejaste que te arruinara y que no pudieras conseguir ningún empleo, salvo esta mugrienta panadería que nadie conoce? ¿Por qué?
—Me moleste muchísimo por lo que me dijiste ese día en bar, sentí como si le estuvieses hablando a un objeto, a un juguete, por lo que creí que era mejor no decirte nada y dejar las cosas como estaban. Claro, jamás creí que llegarías tan lejos.

De nuevo sentí nauseas de mi mismo ¿Era posible tanta integridad en una persona?

—Podemos arreglar esto —supliqué—. Yo he cambiado.
—¿Sobornar a mi jefe para que me obligue a atenderte es cambiar?

Salí de ahí derrotado. Al día siguiente llame a Casablanca y le solicite al gerente que le devolviera su trabajo a Nelson. Le dije que mas nunca iría a la tienda y que nunca más quería volver a verle, por lo que de ahora en adelante mi chofer recogería mis pedidos.

Me di cuenta muy tarde de el tipo de persona que es Nelson y lo que significaba para mí.

Epílogo

Han pasado 4 semanas desde que conversamos en aquella panadería. Nelson volvió a su trabajo en Casablanca, y desde unos días para acá hemos mantenido algún contacto por BlackBerry Messenger, pero nunca hemos concertado una cita, de manera que cuando me contacto y trato de que arregláramos ese encuentro en Citrus, me emocione, pero fue inútil.

Y ya estoy en el Yate.

Y luego llegue mal vestido a la supuesta isla.

Y luego he bebido mas de la cuenta y un hombre que conocí en el yate me acosa.

Finalmente entiendo que no hay nada que hacer. Lo de Nelson se acabó. Y mi vida siempre será esta: Fiestas, amigos falsos, yates y dinero. Nelson tampoco va a cambiar, por alguna razón le gustaba, me creía inocente, se divertía conmigo, pero también es un poco resentido. Con suerte y si me esfuerzo un poco, probablemente en otra oportunidad podre darme cuenta de quien tengo al frente. Como en este caso.

—¿Quieres que vayamos a otra parte de la casa? —Me pregunta el hombre.
—No iré a ninguna parte contigo ¿No entiendes que eres como 10 años mayor que yo?

Y le dejo ahí con la boca abierta.

(24-08-2011)


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