Prólogo
La música sonaba fuerte y clara cuando
salí del hotel.
“Working,
make it, do it, mix up”
“Harder,
better, faster, stronger”.
No podía creer lo que había visto.
Durante todo este tiempo era yo quien había sido engañado. Me había enamorado y
en la peor de las circunstancias. Fuck.
Llegue a VIP y todo lo veía como un
borrón. Los maricos me hablaban pero a mi no me importaba nada. Y de pronto apareció Gerardo.
—Ya nada importa —dijo.
—Tu no entiendes.
—Si lo entiendo, y creo que en parte todo
esto es culpa tuya. Tu siempre
quisiste todo esto, y sabias que no sería fácil.
—¿Yo siempre quise esto?
Lo dije en voz alta, pero en realidad la
pregunta era para mí ¿Estaba en el punto en el que tenía todo lo que había
querido?
—Es así —continúo Gerardo—, si fueras una
persona distinta jamás habrías entrado en este espiral, pero ellos son así.
Todo es fascinante, el dinero, los lugares, el acceso VIP, pero luego te das
cuenta que son poco más que eso. Armando es el peor de todos —añadió como con…
¿Rabia?
Mire a Gerardo. Estaba sudado, y parecía
haber sufrido bastante tratando de dar conmigo luego que salí del hotel. Me
veía con lástima, pero no entendía por qué.
—Necesito estar solo.
—Vamos a mi casa —sugirió él.
En su apartamento me instalo en una de
las habitaciones. Se porto muy amable, no sabía que Gerardo podía mostrarse…
¿Cómo se dice? ¿Compasivo? Eso.
—Ya casi no me acuerdo como nos conocimos
—dijo Gerardo en el umbral de la puerta.
Solo le sonreí. Pero si me acordaba.
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