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1. El inicio de la obsesión



Desperté sobresaltado ese mañana. Sentía algo entre el pecho y la espalda que no podía entender. Jamás había experimentado algo así ¿A qué se debía? Observé la maquina del café colar, y seguía sin entender nada. Esa mañana fue especialmente lenta ya que tenía una pauta a las 10 a.m., por lo que no era necesario pasar por la oficina. Ese vacío me persiguió toda la tarde. Creo que la entrevista que le hice al concejal fue lo peor que he hecho en toda mi carrera.

Esa noche fue que pude comprenderlo, después de haber pasado todo el día nervioso. Daniel me escribió:

—Ayer te vi con Marcos en la barra. No sabia que se conocían.
—¿Marcos? —dije tratando de parecer mas dubitativo de lo que en realidad estaba—. No sé de quién hablas.
—El chamo de la camisa blanca con quien estabas hablando por favor —me dijo con algo de maneras.
—¡Ah! ¿Se llama Marcos?

Pero cuando sentí que mi estómago temblaba, caí en cuenta que las larvas que siempre había tenido ahí se transformaron en algo mucho peor: Mariposas. Ya el simple hecho que logre escribir esa línea que intenta ser romántica, pero no lo es no auguraba nada bueno.

—¿Y de dónde lo conoces tú? —pregunté.
—Es amigo mío. Es un fotógrafo también.
—Ya veo. Pues yo lo conocí ayer. Me habló en la barra.
—¡¿Te habló en la barra?! —exclamó—, jamás podría creer eso, Marcos difícilmente habla con gente extraña.
—Pues me hablo en la barra ¿Para qué iba a mentirte?

¿Estaba Daniel haciéndome una escena de celos?

Yo conocía a Daniel desde un buen tiempo atrás desde cuando me mude a Valencia escapando de mis padres quienes nunca me apoyaron en la decisión de estudiar comunicación social. A pesar de las peleas y la insistencia de ellos diciéndome que el único lugar donde se podía estudiar esa profesión era en Washington, seguí adelante con lo mío y me gradué en la UCV. Posteriormente me vine a vivir solo a Valencia, aunque mi sueldo era muy patético, por lo que ellos, como la familia acaudalada que son, jamás me retiraron su apoyo económico.
Siempre procuré mantener mis orígenes de “La Lagunita” en secreto, aunque vivía en un apartamento en “Los Mangos”. Eso me causaba problemas, ya que el alquiler de un apartamento así seguramente sería tres o cuatro veces mi sueldo en el periódico, pero una vez lo expliqué diciendo que un tío que me quería mucho y jamás tuvo herederos me lo dejó. Lo cierto es que mi papá lo había comprando luego de pasar por una especie de “arrendamiento financiero”, cosa que jamás entendí y nunca pagué.
Me desvíe mucho del inciso, el punto es que Daniel es fotógrafo y una vez cuando todos los fotógrafos estaban ocupados el periódico me puso en contacto con el para que me acompañara a hacer una nota publicitaria sobre la apertura del ahora muy popular “Matteus”. Desde ese día hicimos muchas migas y ahora somos amigos.
En cinco segundos repase toda nuestra amistad desde “Matteus” hasta los días actuales y jamás recordé que me hablara de la existencia de algún Marcos.

—¿Qué pasa, estas celoso? —inquirí.
—Para nada —respondió apresuradamente, lo cual me confirmo que estaba en lo cierto; si estaba celoso.

Cuando Daniel colgó reaccioné. Yo si estaba celoso. Celoso de que él conociera a alguien tan extraordinario y jamás me lo hubiese presentado. Celoso porque la sensación de vacío que sentí durante todo el día desaparecía cuando recordaba ese “Llevo rato haciéndome la misma pregunta”, que sin lugar a dudas señalaba un alma atormentada dentro del cuerpo de un hombre que lo tenía todo para ser un uno de esos pavitos venezolanos que tanto odio.

Acto seguido me metí en perfil de Flickr de Daniel, y luego de una búsqueda exhaustiva di con el perfil de Marcos. Era fanático de hacerse autorretratos lo cual al cabo de una hora seguida de revisar todos y cada uno de sus álbumes aumento aún mas mi morbo y mi obsesión. Después de haber visto y guardado las que más me gustaron, lo busque también en Facebook y luego di con su blog. No fue fácil dar con este último, y no estaba completamente seguro que perteneciera a él. Sin embargo una cita reveladora me hacía creer que sí:

“A menudo no sé a que lugar pertenezco ni con quien estoy hablando. Siempre que voy a un lugar las personas intentan ofrecerme licor o alguna bebida. Yo solo quiero una conversación autentica, sin ningún brebaje impuesto”

A duras penas pude dormir luego de leer aquello. Ese blog era el de Marcos, pero… ¿Por qué mantenía su identidad en secreto?

Desde que me obsesione mi vida dejo de ser la misma. Ya no me pertenecía, solo giraba en torno a él y saber mas de su historia.
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