Faltan 3 días para la fiesta en el
Hesperia y yo no tengo ninguna ganas de faltar. Las cosas con Santiago están
mejor que nunca desde que solo me dedico a ir del gimnasio a la casa y
ocasionalmente salgo con él a cenar. Comienzo a preguntarme seriamente por qué
carajos espera todas esas cosas de mi… Es decir, nos conocimos en un fucking antro ¿De verdad espera que
lleve esa vida aburrida?
Decidí nunca volver a tocar el tema de la
fiesta en el Hesperia con él, y cuando llegara el momento inventaría alguna
historia para ir. Lo planee todo muy bien, dos días antes había llevado el
traje que usaría y lo guarde en el casillero del gimnasio, de manera que cuando
llegara el momento de salir de la casa, lo haría con la confianza de salir
vestido de la peor manera posible.
—Mi vida mas tarde voy a casa de mi jefe
a tomarme unas cervezas casuales.
—¿Puedo ir? —Pregunto Santiago.
—Nah, yo creo que es mejor que no. Es con
sus amigos, y ni idea de para que me invito, pero prefiero llegar solo que con
un tipo, if you know what I mean.
—Yo lo decía como para acompañarte y que
luego tu me acompañaras donde mis amigos de la otra vez ¿Recuerdas?
Como olvidarlo. Al fin que ambos salimos
juntos de la casa, pero tomamos rumbos separados. Yo fui a alistarme al
gimnasio (gracias a Dios desde unos meses para acá tenia las llaves y salí directo
al hotel.
En la entrada me encontré con Gerardo
quien me esperaba según la acordado.
—Pensé que ya no vendrías —me dice al
llegar.
—¿Por qué? —pregunté— Guardemos este
bolso en tu carro —llevaba ahí mi ropa de mañana.
En la puerta nos toman la reglamentaria
foto, y de repente siento que me voy a divertir tanto. Gerardo luce nervioso,
pero feliz también.
Apenas entramos veo a Armando dando
dinero a uno de los mesoneros para que le trajeran quien sabe que. Paso mi
vista hacia todos lados, y veo que TODO el mundo esta aquí, no falta nadie.
—Acerquémonos a saludar a Armando —le
digo a Gerardo.
—Anda tú. El no me cae muy bien.
—¡Vamos!
Nos acercamos. Armando parece muy
entretenido hablando con la editora de “Constelación Viñedo”. Esta saluda a
Gerardo, y luego yo saludo a Armando. Luego ambos se miran y sueltan un seco
“Hola” y no no entiendo nada. La editora de la revista, que se llama Natalia,
se disculpa con que debe ir a saludar a alguien y nos deja ahí.
—Estoy emocionado por el viaje de mañana —digo
de pronto.
—¿Tu también vas? —Le pregunta Armando a
Gerardo. Es un tono raro ¿Esta siendo irónico?
—Si, iré en el Yate de Marcos, pero
supongo que nos encontraremos todos en el mismo sitio.
—Seguramente —responde Armando—. Yo voy
en el de Tomás, como siempre, que por cierto no sé por qué se esta tardando
tanto en llegar.
Entonces llega el mesonero con un trago
para Armando. Parece ser un Martini seco.
—Traiga dos mas —le ordena.
Cuando llevamos un rato conversando de
cualquier cosa es que me doy cuenta que Armando esta un poco distante conmigo.
Se mantiene ligeramente apartado y ni siquiera me abrazo al verme. De repente
me siento incomodo, la tensión entre Gerardo y Armando me molesta. Fuck.
—Voy al bar por otra cosa, no me gusta
este trago.
Estoy en el bar tomando un destornillador
y me siento raro, agitado, como si estuviese sucediendo algo en mis narices y
no me doy cuenta. Miro hacia la puerta, ya que hay como una revolución de
flashes y es porque esta llegando Tomás acompañado de alguien muy guapo.
Continuo por el segundo trago, y cuando miro hacia donde están Armando y
Gerardo veo que la cosa entre ellos se puso agitada. Parece que están
discutiendo ¿Qué esta pasando?
Me levanto de la barra y voy hacia ellos.
Tomás también esta ahí, con el tipo guapo. No lo puedo creer.
Fuck.
Damn
it.
Es Santiago.
Siento como un dolor de cabeza, algo que
no comprendo, y me paralizo mientras ellos siguen conversando, todavía en forma
acalorada ¿Qué esta pasando? ¿Por qué todos ellos se conocen? Comienzo a pensar
demasiadas cosas… Ni siquiera tengo muy claro por qué Armando y Gerardo se
conocen y por qué se tienen idea ¿Qué hace Santiago ahí? Lo observo bien y está
con una ropa que no le he visto nunca.
Tengo como un mareo, una rabia, una cosa,
y esa fucking música electrónica que
acaban de colocar no ayuda. Apuro medio vaso del destornillador, y me acerco al
grupo. Faltan dos personas.
—¿Dónde están? —les pregunto a los demás.
—Fueron al Lounge —me dice Gerardo.
Voy lentamente acercándome al Lounge deseando que no sea lo que creo.
“No creo, no creo”, repito para mi mismo una y otra vez, pero cuando veo a
Santiago y Armando besándose en uno de los muebles del lugar, pierdo el
sentido. Por un rato no veo a mas nadie, es como si ellos estuviesen ahí solos,
rodeados de esa estúpida canción.
“Working, make it, do it,
mix up”
“Harder, better, faster,
stronger”.
No puedo más. De un solo golpe me bebo el
resto del cóctel, y cuando solo hay hielo en el vaso y miro de nuevo hacia al
frente, me doy cuenta que me maree un poco, y tiro el vaso al suelo. El ruido
me hizo volver en mi mismo, y escucho de nuevo las voces y veo al resto de las
personas. Santiago y Armando han dejado de besarse y me miran mientras me
acerco.
—¿Qué carajos está pasando aquí? ¿De
donde se conocen ustedes dos?
Santiago se me queda mirando de una forma
rara.
—¿Es decir que tu conoces a Armando? ¿Es
verdad lo que el me dijo? —pregunta Santiago.
—No tengo ni idea de lo que él pueda
haberte dicho —respondo, aunque estoy muy seguro de lo que es.
—Le dije que tu y yo tenemos algo, eso
—dice Armando con su estúpida voz indefinible, y siento que le quiero dar una
patada en la cara.
—Esto es increíble —dice Santiago—.
Increíble.
—¿Por qué tienes que creerle a él? Solo lo has visto una sola
vez, no lo conoces.
—A ver, es hora de que sepas que Santiago
y yo somos novios —dice Armando, y luego sonríe.
Yo comienzo a pensar que ese cóctel
estaba adulterado, pero a la vez creo que necesito otro.
—¿Qué ustedes qué? ¿Qué es esto?
—No somos novios. Somos ex novios, que es
algo muy distinto.
—No entiendo nada —digo, y mi cabeza de
pronto va explotar.
—Veras, en realidad yo no soy la persona
que crees, pero vamos a hablarlo —me dice Santiago, y luego me toma el brazo.
Yo me suelto con fuerza, y le hago una
seña. No hay nada que hablar.
Salgo del Lounge, y en cerca de la entrada esta Gerardo. Parecía haber visto
el show del vaso roto.
—¿A donde vas? —me gritó, mientras yo
corría hacia la salida del salón de fiesta.
No quería que nadie me viera, no quería
hablar con nadie, sentía que algo se venia, y no estaba preparado para ser
visto en público en ese estado.
Cuando salí del Hotel, el aire frio de
Mañongo me pego fuerte en la cara, y ahí estaba, algo tibio recorría mi cara.
Una fucking lagrima.
—¿A donde va señor? —me pregunto el
chofer del taxi.
—Al Parral señor.
—¿Mala noche? —me preguntó, pero no le
respondí, y me dedique a ver por la ventana durante todo el camino.
Y luego me encontré con Gerardo