En mi vida nunca se me preparo para tener
una conversación trascendental sobre sentimientos. En mi mundo lo único que
verdaderamente importa es el dinero. Todo lo que conversamos en el medio de una
fiesta siempre es algo fingido, una pose, y son pocos los verdaderos amigos que
llegamos a tener. Por eso, cuando Nelson me explico que no me había dicho la
verdad pues estaba sorprendido de la forma tan vengativa en la que le dije que me encargaría de él y decidió esperar a ver
de que era capaz, casi no le di crédito a sus palabras.
—Pero tú sabías que mi familia es
poderosa ¿Por qué dejarme llegar hasta final? ¿Por qué dejaste que te arruinara
y que no pudieras conseguir ningún empleo, salvo esta mugrienta panadería que
nadie conoce? ¿Por qué?
—Me moleste muchísimo por lo que me
dijiste ese día en bar, sentí como si le estuvieses hablando a un objeto, a un
juguete, por lo que creí que era mejor no decirte nada y dejar las cosas como
estaban. Claro, jamás creí que llegarías tan lejos.
De nuevo sentí nauseas de mi mismo ¿Era
posible tanta integridad en una persona?
—Podemos arreglar esto —supliqué—. Yo he
cambiado.
—¿Sobornar a mi jefe para que me obligue
a atenderte es cambiar?
Salí de ahí derrotado. Al día siguiente
llame a Casablanca y le solicite al gerente que le devolviera su trabajo a
Nelson. Le dije que mas nunca iría a la tienda y que nunca más quería volver a
verle, por lo que de ahora en adelante mi chofer recogería mis pedidos.
Me di cuenta muy tarde de el tipo de
persona que es Nelson y lo que significaba para mí.
Epílogo
Han pasado 4 semanas desde que
conversamos en aquella panadería. Nelson volvió a su trabajo en Casablanca, y
desde unos días para acá hemos mantenido algún contacto por BlackBerry Messenger,
pero nunca hemos concertado una cita, de manera que cuando me contacto y trato
de que arregláramos ese encuentro en Citrus, me emocione, pero fue inútil.
Y ya estoy en el Yate.
Y luego llegue mal vestido a la supuesta
isla.
Y luego he bebido mas de la cuenta y un hombre
que conocí en el yate me acosa.
Finalmente entiendo que no hay nada que
hacer. Lo de Nelson se acabó. Y mi vida siempre será esta: Fiestas, amigos
falsos, yates y dinero. Nelson tampoco va a cambiar, por alguna razón le
gustaba, me creía inocente, se divertía conmigo, pero también es un poco
resentido. Con suerte y si me esfuerzo un poco, probablemente en otra
oportunidad podre darme cuenta de quien tengo al frente. Como en este caso.
—¿Quieres que vayamos a otra parte de la
casa? —Me pregunta el hombre.
—No iré a ninguna parte contigo ¿No
entiendes que eres como 10 años mayor que yo?
Y le dejo ahí con la boca abierta.
(24-08-2011)
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