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7. Tramoyas


2. Hola soy un niche si raqueta y me gusta demasiado


Yo siempre pensé que determinadas cosas sucedían sólo en las novelas, pero lamentablemente estaba equivocado.

Esta noche tenemos una gala. Será la primera vez que Nelson y yo asistiremos a un evento público estando de acuerdo en que tenemos una relación. Es un desfile/coctel/fiesta en el Hesperia del CLF, siglas del “Colectivo Local Fashion”. Se trata de un grupo de desadaptados que intentan hacer algo de moda en Valencia, pero sus prendas, como todo lo nacional, siempre tienen algún problema en la ejecución. Tomás suele referirse secretamente a ellos como “Colectivo Low Fashion”. Muy divertido. No obstante los diseñadores que integran ese colectivo son amigos de nosotros, pero ahora “trabajan” porque sus papás están venidos a menos. Tomás y yo decidimos seguirlos tratando (pesé que a mi papá me dijo que mezclarse con gente así atrae una atención innecesaria y mala suerte), pues se supone que para eso son los amigos ¿No? En fin.

Nelson está muy complaciente. Acepto que le enviara a su casa un traje, que dije que había usado hace como 5 años. No debí mentirle (lo cierto que mi ama de llaves se deshace de la ropa que ya use si ya tiene más de seis meses en mi closet), pero no pude aguantar la tentación de encargarle un traje nuevo. Sabía que siendo el vendedor de ropa en algún momento lo notaría, pero también sabía que no me diría nada.

Mientras vamos en el carro de mi papá con su chofer la cosa se torna intensa.

—¿Hacia dónde va esto?
—La fiesta es en el Hesperia, creo que habrá también un desfile. Estamos en primera fila.

Yo sabía perfectamente de que estaba hablando Nelson. Teníamos pocas semanas juntos, pero su intensidad siempre se manifestaba en los momentos más inoportunos.

—No hablo de eso, me refiero hacia dónde vamos nosotros.
—¿Somos novios no? Y yo te quiero.

Dije eso para evitar cualquier drama. Si algo me habían enseñado las series de TV americanas, es que es mejor decir cuanto antes te amo/ te quiero aunque sea mentira. Te ahorras mucho tiempo.

—Necesito saber si vamos a un lugar, si lo nuestro es algo serio.
—Desde luego que es algo serio —replique contrariado—, yo no estoy viendo a nadie más ¿Tu si?
—No
—¿Y entonces?
—Nada.

Entonces todo se echa a perder, y sé que durante la fiesta no se arreglara. Cuando nos bajamos del carro hay mucha gente, están tomando la reglamentaria foto en la puerta. Un reportero gráfico absurdo tiene la descortesía de pedirle a Nelson que se aleje de mí para retratarme solo en una foto.

—Hoy no José —le digo. Desde luego ese no es su nombre, pero yo llamo a todo el mundo José cuando no es importante.

Seguimos avanzando y luego un reportero de Sun Channel me llama para entrevistarme. Seguro apareceré en ese absurdo programa que ven las cachifas de la casa, pero sonrío y me acerco.

—Armando Cappa. Mucho se habló sobre si te presentarías aquí esta noche.

Siento que sabe algo que yo no. Miro a Nelson y esta absorto, está mirando hacia el frente, pero su mente está en otro lado.

—¿Por qué no habría de hacerlo? —Repliqué— Aquí están algunos de mis mejores amigos de toda la vida.

De repente volteo hacia al frente y esta Tomás enloquecido haciéndome señas, no entiendo que está pasando.

—¿Qué tiene que comentar respecto al escándalo?

Súbitamente siento que se me mueve el piso, veo a Nelson que parece como de piedra, como un maniquí hermoso que no tiene una expresión de verdad. Veo todo borroso, y cuando siento que voy a desmayarme, las señas enloquecidas de Tomás me sacan de mi ensoñación.

—Disculpa —le digo al reportero con arrogancia—. No tengo nada que comentar al respecto.

Corro al encuentro con Tomás y mientras paso por la alfombra del salón otros reporteros me llaman pero me limito a saludarlos con la mano.

—Tengo toda la tarde llamándote para decirte que no vinieras para acá ¿Dónde coño esta tu teléfono?

Me reviso los bolsillos y no tengo nada. Miro a mí alrededor, y no veo a Nelson por ninguna parte. Veo que unos reporteros están finalizando su trabajo en la alfombra y se aproximan hacia a mí.

—Vayamos al bar —sugiere Tomás—, allá no pueden entrar filmando con esas cámaras asquerosas.

Entonces en el bar se me va la vida. Tomás me muestra un video de un programita absurdo que se llama “Sin censura” en un canal aún mas asqueroso donde sale un narrador hablando:

—“En minutos les mostraremos imágenes exclusivas del chico de la high Armando Cappa, hijo del empresario Arnoldo Cappa completamente derrapado en Amsterdan”.

Chico de la high. ¿Por qué carajos hablan así?

—“Es escandoloso” —dice otro en el video— “Sobre todo viniendo de aquel que una vez se pronunció en contra de su otrora mejor amigo Javier Veracasa, por tener fotos saliendo de aquel antro en la Avenida Bolívar de Valencia”.

Con qué eso era. Una venganza. Era el estúpido de Javier vengándose por lo que dije de él hace algunos meses, pero ¿Qué se supone que debía hacer? Estaba en una absurda entrevista en E! sobre los “it.boys”, termino que detesto, y no me pude escapar pues era un coctel benéfico organizado por Maite. Una cosa publicitaria espantosa a la que tuve que asistir porque mi papá me obligo. En ese ínterin, la gente de este programa aprovechando mi presencia, comienzan a preguntarme un montón de cosas (ya que según los productores yo soy un “it.boy”) y me muestran una foto de alguien que casi no reconocí, saliendo de un local espantoso en la Avenida Bolívar que todos (me refiero a los de mi esfera) conocemos, pero que ninguno ha ido (o al menos no serían capaces de admitirlo) ¿Qué debía decir? “Definitivamente un it.boy no saldría de ese lugar de esa forma”. Solo después de haber comentado eso, el narrador me explico que se trataba de Javier. No perdí la compostura, pero sabía que eso tendría consecuencias.

—Dime que no vamos a volver a los días de la guerra —imploró Tomás.

“La guerra” como se conocía en nuestra esfera, fue un periodo de tiempo en el que Javier y yo intentamos demostrar quién tenía más poder. Fue un tiempo de saboteos, fiestas, planes macabros y tramoyas, en que naturalmente yo salí ganando. Nadie quiere estar mal conmigo en esta cochina ciudad.

—No vamos a volver a los días de nada, pero me preocupa mi papá.
—¿Crees que te corte el dinero?
—Por favor, no. Pero creo que se molestara mucho ¿Crees que debería irme?
—Ya no importa, ya estamos aquí ¿Qué harás con Nelson?

Nelson, Nelson, Nelson. No quería pensar en él. Obviamente él había sido el artífice del plan de Javier. Debí cortar toda relación con él en cuanto me entere de su pasado con Javier, pero decidí confiar.

—Ya me encargaré de él —dije, y Tomás se quedo mirándome fijamente.

Entonces salí de bar con dos Cosmopolitan en mi organismo, y un poco envalentonado. Se me acerco de nuevo el reportero de E! y le dije que mi único comentario, era que esas fotos eran absurdas, falsas, y que a él lo habían engañado haciéndole creer que tenía un exclusiva.

—Se rumorea que las fotos fueron extraídas de su casa por su actual novio —comentó con malicia.
—¿Se rumorea o específicamente su fuente le indicó que me preguntara eso? Tenga algo de decencia y dedíquese a hacer una labor periodística que valga la pena en vez de estar preguntando cosas que, escúcheme bien, nunca pasaron, y de ser ciertas, no son problema de nadie. Disculpe.

Capturo al mesonero del Cosmopolitan y luego de tomar un trago le digo:

—Sígueme trayendo de esto donde quiera que este. Te daré 500 bolívares cuando vengas con el próximo.

Comencé a mirar a mí alrededor buscando a Nelson. Lo encontré hablando con Javier, y me acerco.

—Buenas noches —saludo— ¿Dónde estabas mi vida? —pregunto de forma vulgar y beso a Nelson, quien me ve de hito en hito.

El mesonero se acerca, termino de beber el coctel, y le meto la mano en el bolsillo para dejarle el dinero, y tomo otra copa.

—Veo que te estás preparando para otro show —comenta Javier con sarcasmo—¡Bravo!
—Por más que quiera nunca te superare, y ahora si me disculpas, tengo que hablar con mi novio.

Al terminar la frase, algo en mi dice que Javier aún siente algo por Nelson, y de eso se trata todo esto. Entonces le beso nuevamente y me lo llevo hacia el bar.

—Para empezar por favor devuélveme mi teléfono —le digo, no puedo evitar abrir la boca, cuando lo saca de uno de sus bolsillos—. Ahora te voy a dar cinco minutos para explicar lo sucedido, si es que acaso te interesa hacerlo, y luego yo decidiré que hacer contigo.
—¿Tu decidirás que hacer conmigo? —Preguntó cambiando inmediatamente el semblante.
—Correcto.
—Entiendo ¿Ves? Ese es el problema contigo Armando Cappa. Tú no te das cuenta, pero siempre estás con esa actitud de arrogancia, mirando a la gente por encima del hombro, y lo peor es que te la das de amable, de bueno, de que eres rico, pero que no tratas a los demás como tus amigos lo hacen te la das de diferente.
—Es decir que todo este plan absurdo es resentimiento ¿Solo eso? Estas resentido porque mi papá tiene dinero y el tuyo no ¿Es eso? ¿Eres así de niche?
—Si, lo soy. Siempre lo he sido y tú lo sabes.
—Dime tan solo que todo es mentira. Que esto es un plan de Javier para acabar conmigo, para ponerme mal con mi padre y que te pago por hacerlo y que tú aceptaste porque necesitabas el dinero. Tan sólo dime eso, y olvidaremos todo lo demás. Yo me encargaré de Javier y tu y yo podremos discutir esto sin alcohol de por medio y arreglaremos las cosas.
—No tengo nada que decir. Nadie me pago y siempre supe lo que estaba haciendo.

Entonces perdí la fuerza necesaria y mi arrogancia. Una parte de mi recordó lo que me pregunto Nelson en el carro y albergaba que si bien el había accedido a participar en el plan en un principio, tal vez se había arrepentido, pero no fue así. En las películas de Hollywood uno de los protagonistas siempre se ve forzado a realizar algo por las circunstancias, pero luego se enamora y se arrepiente. Lamentablemente este no es el caso. Nelson era simplemente un resentido que vio la oportunidad de vengarse de alguien a quien ni siquiera conocía. Un resentido de los peores.

—Entiendo. Entonces todo termina ahí —dije tratando de fingir serenidad, pero no se que tan bien me salió—. Espero que logres salir de todo lo que te viene encima y te vaya bien en la vida.

Y entonces me bebí al menos 5 cocteles más.

Y luego Tomás tuvo que sacarme por la parte trasera del hotel pues los reporteros no dejaban de acosarme.

Y después mi papá llama y no atiendo el teléfono.

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