Muy tarde me percaté que soy una persona
arrogante, a pesar que me propongo no serlo. Pero luego de haber conversado en
ese bar con Nelson fue que me di cuenta que en muchas ocasiones miro a la gente
con desdén y le sonrío con hipocresía. Que ese que habla en verdad no soy yo.
Que para mí todos no son más que un montón de Josés y que tal vez no soy tan buena persona como lo creía.
Sin embargo esos pensamientos llegaron
luego de un día en que cometí los más absurdos errores.
En la mañana por ejemplo, mientras
desayunaba un Bloody Mary y un Atamel llame al gerente de Casa Blanca y le pedí
que despidiera a Nelson.
—Es uno de nuestros mejores vendedores
—suplicó.
—Y yo soy tu mejor comprador. Si no lo
despides no iré nunca más a tus tiendas y me aseguraré que ninguno de mis
amigos tampoco así que tenga que mandarles a traer la ropa yo mismo de Europa.
—De acuerdo —y colgó.
Mi papá se mostro comprensivo por la
situación y estuvo de mi lado, para mi sorpresa.
—No es tu culpa que te tomaran esas
fotos, y menos que ese barriobajero del Nelson las haya robado de tu
habitación. Siempre te advertí que no es bueno mezclarse con gente de su clase.
Por más estudios o profesiones que tengan, siempre son unos resentidos.
—Quiero que llames a alguien y que
cancelen ese programa —le pedí.
Entonces mi papá llamo a alguien en
Conatel (probablemente el ministro), y le abrieron un procedimiento
administrativo al canal que fue tan eficiente, que al cabo de una semana habían
cancelado el show por “atentar contra la moral y las buenas costumbres”.
Coincidió con la presentación de una mujer absurda que se hacía llamar
CondesaVías la cual prácticamente se desnudo en el show. Terrible.
Luego de eso tocaba encargarse de Javier.
Me entere que luego del problema ofreció ayuda económica a Nelson, pero él era
tan dependiente de su padre como yo. Entonces llamé al rector de la universidad
y le solicité que por favor se acercara a una de las fiestas de Javier un día
indicado por mí.
—Sr. Cappa entiendo que usted debe tener
mucho tiempo para pensar y todo eso, pero yo no. Lo que los estudiantes hagan
fuera del campus no es mi problema.
—Créame lo será.
Le pague a dos gafos del CLF para que
filmaran muchas de las cosas que pasaban en la fiesta de Javier y luego mande a
mi chofer que pegara las fotos por toda la universidad y que además subiera un
enlace con la nota de voz de la conversación que tuvo el rector conmigo.
Enseguida se abrió un debate sobre la
irresponsabilidad de algunos rectores y las políticas de admisión a las universidades.
Luego vino el tema de que los niños ricos tienen acceso a todo en vez de darle
la oportunidad a los que si van a estudiar, y en menos de lo dices “Cierren esa
cuenta”, Javier fue suspendido de la universidad y su papa lo castigo dándole
un tarjeta donde solo le depositaba diez mil bolívares mensuales, que si bien
seguramente era más de lo que ganaba Nelson en un mes, era muy poco para el
nivel de vida que tiene Javier.
—Esta vez te pasaste —me dijo Javier en
una llamada—, esto ya no es un simple juego.
—Me muero por saber que intentarás —y
colgué
Al final y luego de una mañana en el
teléfono había destruido la vida de dos personas, acabado con la reputación de
una familia, y según lo creía no debía parar hasta sentirme bien.
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