Estoy en Citrus bebiendo y almorzando con
unos amigos. Hay tipos de CLF, esta Tomás, e inclusive esta Javier, quien
parece haber olvidado todo lo que hice, desde que finalmente logro su admisión
en la Complutense de Madrid. Tomás también se irá a estudiar para allá en unos
meses y siento que me quedare sólo y abandonado.
Han pasado 3 semanas desde la última vez
que vi a Nelson y lo extraño muchísimo, a nadie parece importarle, y menos a
Tomás quien cada vez parece mas cercano a Javier. Mientras observo todo lo que
estamos comiendo y bebiendo me pregunto como le estará yendo a Nelson en su
nueva vida sin trabajo ¿No se suponía que ahora me debería sentir bien?
Ya casi nadie comenta lo de las fotos,
aunque de vez en cuando me hacen algunas bromas pesadas sobre el asunto, a esos
tontos los elimino de mi vida sin pensarlo dos veces.
En la noche lo pienso mucho y veo el
celular una y otra vez ¿Debería llamarlo? ¿Qué pasaría si me dice nuevamente lo
mismo? ¿Cómo me sentiría si me vuelve a decir que todo fue una venganza
producto del resentimiento?
—¿Armando quieres ir a cenar a casa de
los Payares? —Pregunta mi padre, al rato de haber llegado a casa.
Me daba fastidio ver a Juan Payares pero
tampoco me quería quedar solo en la casa así que acepte ir.
Al llegar a la mansión de los Payares,
solo están la mama de Juan, Papá Payares y Juan quien no deja de mirarme con
mucha curiosidad. Luego de haber cenado y durante el postre Juan me pregunta
algo.
—¿Qué paso con el muchacho ese con el que
andabas? ¿Por fin acabaron con él? Ustedes si que son muy malos.
—¿A que te refieres Juan?
—El día de la Gala, Javier y Tomás
estaban diciendo que tu acabarías con él y harías que lo despidieran de
Casablanca donde creo que trabajaba hasta hace poco ¿No?
—No estoy entendiendo nada
Pero si estoy entendiendo. Estoy
comprendiendo todo y tengo ganas de matar a alguien, no lo puedo creer.
—Ah entiendo —replique disimulando—. Me
dices del plan que tenia Javier y Tomás ¿Cierto?
—Exacto, yo no entendí muy bien, pille la
conversación luego, pero ellos me explicaron que tú estabas molesto con él y
seguro te encargarías sin que ellos tuvieran que intervenir.
Fue así como me disculpe y llamé a chofer
de mi padre para que viniera a buscar inmediatamente. Salí como un cohete a
casa de Tomás.
—Ya se lo que hiciste.
—No entiendo —replico Tomás, pero claro
que sabia.
Entonces inicio una absurda dilación,
para luego decirme que Javier logró convencer a Nelson que sacara las fotos de
mi casa mostrándole el infame video de E! donde yo hablo mal de él. “Si así piensa de mí, imagínate que dirá de
ti, que estabas ese día conmigo en la foto”, le había dicho Javier. “Armando no te quiere, para él no eres más
que otro José que usa como un juguete y luego desechará”. A pesar de ello
Nelson seguía negándose y finalmente Javier le dijo que no le importaba si
luego Nelson me contaba la verdad. “Considéralo
un experimento, tú sabrás quien es él en realidad, y si no es así, puedes
echarme toda la culpa, total yo quiero que él sepa que fui yo”. Tomás sólo
le había dicho a Javier en que parte de la habitación yo escondía mis fotos,
pero siempre pensó que Javier haría algo más sencillo que enviarlas a un
programa de televisión, y que cuando vio el escándalo, se inventó lo del
teléfono para el salir ileso de la situación.
—Me di cuenta muy tarde del daño que hizo
Javier y tuve miedo, por eso al principio te mentí. Yo solo lo hice para ganar
puntos con Javier, y no pensé que si él se burlaba de ti delante de unos amigos
por unas estúpidas fotos que no tienen nada de malo (después de todo, todos
hemos pasado por Ámsterdam) tú te molestarías demasiado y al final ¿Quién es
Javier? La gente muere por ser amigo tuyo, no de él.
—No sé si estás escuchando las
estupideces que estás diciendo.
—Fui un estúpido lo sé. Estoy enamorado.
Me dieron nauseas de mi mismo y sentí
nauseas de Tomás.
—Creí que eras mi amigo.
—Y lo soy, pero amo demasiado a Javier, y
bueno Nelson no es el amor de tu vida o algo así, pensé que jugarías con él y
luego lo dejarías ¿Me equivoco?
—Tu no eres quien para decidir eso. De
ahora en adelante no me dirijas la palabra. He perdido toda la confianza en ti.
Me volví y no escuché su replica. En el
fondo sabía que Tomás no había querido hacerme daño, que solo quería complacer
a Javier, después de todo el era capaz de cualquier cosa por un tipo, sin
embargo no podía perdonarle así como así. Tenía que sufrir un poco.
No lograba entender nada ¿Por qué Nelson
no me dijo la verdad? ¿Por qué Nelson no me dijo que el no había sido el único
responsable? ¿Por qué desconfiaba de mí y al final accedió a participar en esa
tramoya? ¿Qué estaba pasando? Le marque a su celular y no me atendió ¿Cómo
podía localizarle?
Al día siguiente fui a almorzar con Juan
en Mattheus. Lo llamé para preguntarle si tenía posibilidades de averiguar el
paradero de Nelson, pero insistió en verme para almorzar. Juan no era mala
persona, pero por alguna razón me molestaba hablar con él.
—Escucha yo se donde esta Nelson, pero
necesitaba verte en persona para saber si eres confiable.
—¿Y tu eres su Hada Madrina o algo así?
No me digas que estás enamorado de él o algo así…
—Yo sé que tú tienes la tendencia a creer
que todos los que te rodean son gays, pero no es mi caso, yo no juego en esa
liga.
La revelación de que Juan no era gay, era
tan difícil de creer para mi, como una novia cuyo novio le confiesa que es gay.
Inconcebible.
—Entiendo, no te gusta Nelson ¿Entonces?
—Resulta que hasta hace poco me entere
que Nelson es hermano de mi novia.
¿Podía Valencia ser más pequeña?
—¿Y que es lo que tengo que hacer para
ganar tu confianza además de pagarte esa absurda ensalada de doscientos
bolívares?
—Mi novia me comento que luego de lo que
paso, Nelson le dijo que más nunca quería mezclarse con gente de tu clase. Que
eran personas sin valor para las cuales todo es un juego. Le dijo incluso que
se cuidara de mí —Juan suspiró y coloco cara de circunstancia. Luego continuo—:
Lo que quiero saber es si de verdad le quieres o sólo le estas buscando para
seguir fastidiándole la vida.
Entonces le conté la verdad del plan de
Tomás y Javier.
—¿Y Tomás no es tu mejor amigo?
—Lo sigue siendo, solo que el no piensa
en las consecuencias de sus acciones, sólo en lo que conseguirá. Pronto
entenderá que no siempre debe ser así.
—No tenia idea que podías ser tan…
Maduro. Siempre me pareciste un niño muy creído que se veía a sí mismo como el
príncipe de Valencia o algo así.
—Yo soy el príncipe de Valencia, pero eso
es otra cosa.
Ambos reímos, y finalmente Juan me dio la
dirección de una mugrienta panadería donde estaba trabajando Nelson.
Cuando me vio llegar intento esconderse
en la cocina, pero luego yo hable con el dueño y le ofrecí 500 bolívares para
que le obligara a salir de ahí. El hombre se negó, pero cuando le explique que
era un asunto de vida o muerte que Nelson estaba evadiendo se mostro compasivo
y le dijo que estaba en su hora libre y que no lo quería ver en la panadería.
—¿A que viniste? —Me espetó.
—Tan solo quiero saber como estás.
También vine porque me entere de todo el plan de las fotos y sé que no
participaste del todo. Necesito saber porque nunca me dijiste la verdad.