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3. Reencuentro con mi pasado


(Previamente)
Prólogo
(Fin del previamente)


Jamás pensé que me encontraría con aquello al tratar de entrar al salón de fiesta.
Una chica elegantemente vestida junto con un corpulento señor nos preguntó nuestros nombres al entrar.
—Daniel Rodríguez y acompañante —dijo Daniel.
—Entiendo, ustedes son prensa. Es obligatorio que usen estos prendedores durante toda la fiesta —nos entrego un pequeño botón dorado, y se quedo viéndonos con cara de circunstancia como para hacer tiempo mientras se aseguraba que nos lo colocábamos—. Al entrar al salón por favor circulen a la izquierda, el área de la derecha esta dispuesta para tomarle fotos al resto de los invitados. Espero que disfruten —finalizó con una sonrisa, y nos dejó pasar.
Mientras cruzábamos el umbral, Daniel me dijo:
—Estúpida.
No pude evitar reírme. Jamás había estado en una posición donde un empleado puede hacer sentirte tan gris con respecto a tu lugar en la sociedad. Supongo que hay una primera vez para todo.
Al cruzar el umbral, un desconocido nos hizo detenernos y nos tomo una foto. Llevaba un botón verde en su saco.
Finalmente y luego de pasar todos eso decorados llegamos al área principal del salón. El decorado del lugar era francamente sorprendente. Seguramente se trataba del salón de fiesta más grande del hotel. Hacia el fondo había una enorme fuente de lo que parecía ser champaña (no creo que luego de todo aquello de la puerta el Sr. Cappa se atreviese a darle vino champañizado a sus invitados), habían mesas con múltiples dulces, comida, un buffet. Creo que hasta mi padre y mi madre verían con mala cara tanto derroche. Miré de reojo a Daniel quien parecía aún mas sorprendido que yo.
—Yo sé que el viejo este tiene plata pero ¡wao! Esto es demasiado. Creo que empezaré a comer y tomar ya mismo.
Nos dirigimos al área dispuesta como bar junto a la fuente, que vista de cerca era aún mas enorme de lo que imaginé ¿De qué era capaz esta gente para demostrar opulencia?. Ahí nos encontramos con muchas personas conocidas con botones dorados lo cual nos hizo caer en cuenta que era la identificación de los periodistas.
—¿Qué tiene de tomar señor? —preguntó Daniel a uno de que atendía el bar.
—Dígame usted que desea —replicó el sujeto, con algo de malas pulgas.
—Un ruso blanco —replicó Daniel. Sonreí un poco.
—¿Y para el señor? —preguntó el sujeto observándome.
—Perfect Martini —respondí.
Miré a Daniel por unos segundos y le pregunté por qué había pedido un ruso blanco.
—Es que pensé que sería la típica fiesta donde solo hay que si dos tipos de vino, sangría y whisky, pero me dio rabia como el sujeto me miro y le pedí lo más difícil que se me ocurrió.
No pude evitar reírme a carcajadas.
—La verdad es que ayer vi por T.V. la película “The Big Lebowski” y fue lo único que se me ocurrió.
—La verdad es muy dulce —le expliqué—, es como para después de comer.
—¿Y ahora tu sabes de cocteles? —me espetó.
Quería golpearlo, pero supongo que Daniel es de ese tipo de personas que siempre están intentando demostrar lo que no son.
—Solo decía —respondí simplemente.

A partir de ahí dejé de prestarle atención mientras se dedicaba a comer y emborracharse. Mi único objetivo era buscar a Marcos desesperadamente. Comencé a caminar por la fiesta. Vi algunos viejos conocidos de mi papá, pero como todo el mundo parecía distraído por la decoración, la comida o la bebida, la mayoría no me reconoció. Parecía como un ventilador andante cuando de pronto, escucho una voz.
—¿Buscas a alguien?
Me sentí algo nervioso y me volví para mirarle, pero no era Marcos. Se trataba de Armando.
—En realidad no —mentí.
—Siento que te visto en algún lado —dijo.
Es difícil tratar de explicar la sensación que produce Armando. Por un lado, a los que estamos familiarizados por su “personaje” en prensa, nos lo imaginamos como un niño rico de papá, caprichoso y sabe Dios que más, pero ahora lo veo hablándome, a mí, con mi absurdo botón dorado y comienzo a tener dudas.
—Tal vez. Trabajo en un periódico.
—Eso lo sé —respondió mientras con su mirada indicaba que ya había visto el botón—, pero no es del periódico que te conozco. Te me haces familiar. En fin. Mi nombre es Armando
—Lo sé. Digo… —me volví un ocho, hasta que finalmente le dije mi nombre.

Armando se veía impresionante. Vestía un traje impecablemente cortado, con unas solapas de un suave color marrón con una especie de sub tono dorado. Tanto la pajarita como el pañuelo combinaban con las solapas, aunque este último no estaba perfectamente doblado. Sin duda había planificado cada detalle de ese atuendo. De repente sentí que vestía Dorsay en una habitación llena de Tom Ford.
—No me has dicho a quien estabas buscando, tal vez yo pueda ayudarte —y sonrió.
Me sentí inmediatamente atraído por él ¿Podía alguien tan adinerado ser tan genial? Su aparente fragilidad, su cutis perfecto. Todo en él eran detalles.
—En realidad estoy buscando a una especie de compañero de trabajo, pero la verdad es que estoy aburrido, no conozco a nadie aquí.
—En ese caso acompañame —dijo Armando—, te presentaré a mis amigos.

No lo podía creer ¿A qué se refería Daniel con lo malo de Armando?
Nos acercamos a una mesa convenientemente ubicada, lejos del bar, de la música, y de casi todo el mundo, pero que curiosamente tenia cerca mesas auxiliares con comida y ¡sorpresa! Otro pequeño bar, donde aproveche para pedir otro Perfect Martini.
—Tu si que sabes escoger trago, aunque nosotros estamos tomando Whisky —me susurro Armando.
Finalmente cuando estábamos al pie de la mesa exclamo:
—¡Muchachos! Este es mi nuevo amigo.
Me sentí observado de muchas formas distintas. Con suficiencia, con malicia, con curiosidad y también con mucho desinterés, fingido o real.

Fue como volver a mi vida pasada en cinco segundos. Todos los estereotipos de los que había estado huyendo estaban en esa mesa.
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2. Nueva información


(Previamente)
(Fin del previamente)

Cuando todo comenzó no me percaté que estaba enfermo. No señor. Todo inició como un juego sencillo, en que el cualquier actualización en su Facebook, en Flickr o algún mensajillo en Twitter despertaba en mi un casual interés. Sin embargo un día di un paso más allá y el mismo fue correspondido. Comencé a seguirle en Twitter y una vez el respondió uno de mis tuits. Estaba en shock. En todo el tiempo en que había observado todos sus perfiles en internet me daba cuenta que en realidad no interactuaba mucho con la gente. En esos primeros contactos preferí no decirle que ya le conocía desde aquella fiestas, quería que saber si me recordaría cuando finalmente acordáramos una cita, pero ¿la aceptaría?
La verdad era que a pesar de mis cada vez mas constantes visitas a sus perfiles, sabía muy poco de él. Eso me desesperaba, aunque la sensación de conocerle e idealizarle era a su vez esperanzadora. No tenia por qué temerle al rechazo, sin embargo pensé que tenía que usar a Daniel para conocerle… Y así lo hice.
Lo llamé en ese instante.

—Yo creo que tú eres una de las únicas personas que en verdad utiliza el teléfono para conversar.
—¿No es para eso? —pregunté, pero sabía a lo que se refería.
—También puedes mandar mensajes de texto. Pero equis, dime ¿qué paso?
—Me preguntaba si no tienes una fiesta por ahí o algo. Estoy aburrido quiero ir a alguna fiesta en la que no tenga que perseguir a alguien para entrevistarlo.
—Pues estas de suerte, hoy voy a tomar fotos a la que es una de las fiestas mas pretenciosas de la vida.
—¿Sí?
—Si, la familia Cappa es la anfitriona en la celebración por la graduación de del colegio Símbolos.
—No suena muy pretencioso para mí —respondí— ¿De verdad lo mejor que tienes es una fiesta de graduación de muchachos de bachillerato?
—¡Oh! Creeme que esta no es una fiesta ordinaria. Probablemente los dueños del suelo que pisas son los invitados a esa fiesta.

Yo sabía que el dueño del suelo que estaba pisando era mi papá, pero entendí lo que quería decir.

—Entiendo. Pero es la primera vez que escucho algo así.
—Es una cosa rarísima que solo ellos entienden. Se supone que cada año hacen una asamblea para saber cuál familia será la anfitriona. Esta familia es escogida dentro de los graduandos, pero en realidad serán anfitriones el año siguiente. Es como una forma de hacer que familia poderosas sigan vinculadas con el colegio.
—Es decir que los hijos de Cappa se graduaron el año pasado.
—Exactamente. Pero no es tan malo. Eso ayuda a que la fiesta no este llena de niños, sino que además hay graduados que ya iniciaron la universidad, o salieron del colegio hace algunos años.
—De acuerdo iré.
—Procura sacar lo mejor de ti y de tu closet —me aconsejó Daniel, y luego colgó.
Cappa. Ese apellido me era familiar, pero no podía pensar en eso ahora. Solo iría a la fiesta para sacarle información a Daniel sobre Marcos. Eso era todo. Sin embargo me dedique a buscar fotos de las fiestas de otros años por internet y comencé a preocuparme por mi aspecto. De manera que llame a casa e hice que me trajeran un traje, pues no había traído nada de eso conmigo a Valencia.

La noche siguiente, totalmente vestido, me dirigí a casa de Daniel para la fiesta.
—No entiendo como es que hiciste para comprar carro —me dijo al montarse. No sabía que en Noti ganaban bien.
—Mis papás me ayudaron —respondí en tono bajo—, pero ya hablame de la fiesta.
Lo cierto era que mis papás si me habían ayudado. Comprándome el carro.

Mientras Daniel me explicaba que la fiesta era como una especie de competencia entre las familias para ver quien era el mejor anfitrión, me comento que para la de este año se esperaba algo grandioso pues el Sr. Cappa era presumiblemente la persona con mas dinero en el país.
“Con qué de ahí lo conozco”, pensé. No estaba seguro pero seguro ese señor era amigo o conocido de mi papá, y seguramente me topé con su hijo un par de veces, aunque no hay nada memorable al respecto.
—Solo tiene un hijo. Armando, que es todo lo pesado que te puedas imaginar, pero por alguna razón la prensa lo adora. Se dice que fue él y no su padre quien decidió como sería esta fiesta. Lo cuál es lógico, él es como su hija consentida —y luego rió.
—¿Es gay? —pregunté.
—Por supuesto. Pero a su padre no parecerle importarle en lo absoluto. De hecho vigila mucho que su hijo no salga con ningún pata en el suelo. Una vez nos mandó un fax al periódico para evitar que publicáramos una nota sobre su hijo tomando café con un mensajero de Casablanca, sin embargo no tiene problemas cuando publicamos fotos con su mejor amigo, que es una… Eso.
Detestaba el uso de la palabra “loca”, por lo que los que me conocían evitaban usarla en mi presencia.
Recordé que yo me había topado con Armando mas que un par de veces, aunque el era poco mas que un pre adolescente y yo un adolescente. Deseé que no me recordara.
Mientras estamos en el semáforo reviso el teléfono y leo que Marcos colocó en twitter:

“Poniéndome una camisa mangalarga #HopesHelikesIt”

Sentí como un vacío en el estomago ¿A quién se refería?

—Por cierto ¿Marcos irá?
—Creo que sí. El tomará la fotos en un supuesto decorado que colocaron para que los invitados se tomen fotos. O al menos eso me dijo… ¿Siempre me preguntas por él? ¿no te dio su numero el día en el que te habló?
Había algo se sorna altamente maliciosa en sus palabras, pero preferí hacer caso omiso por Marcos. Sin embargo, decidí sugerir mis intenciones… Solo para conocer las suyas.
—Bueno me cayó bien. Además creo que es lindo.
Hubo como cinco segundos de silencio en los que Daniel parecía estar evaluando lo que iba a responderme. Esa fue mi confirmación: Estaba obsesionado con él, tal vez no al mismo nivel que yo, pero lo estaba.
—Aún no estamos seguro de qué es lo que le gusta.
—¡Ay por favor! —exclamé.
—Es en serio. En todo el tiempo que lo conozco nunca me ha hablado de un tipo, de un culo o algo. Jamás he visto que se bucee a un carajo o algo así. Aunque bueno mis amigos dicen que tiene muchos amigos gays. Algunos piensan que somos novios. Igual no estoy seguro.
—Bueno no es que yo me quiera empatar con él o algo así —tercié, para finalizar el tema.
Pero mientras buscaba puestos de estacionamiento en el Hesperia y con esa nueva información no dejaba de preguntarme… ¿Será que no? Preferí tratar de olvidar todo, y concentrarme en que hoy le vería nuevamente.

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